martes, 27 de enero de 2015

Escritores españoles y sus influencias (en marcha)


Pablo d'Ors

"Leer a Kafka, a Kundera, a Thomas Mann, a Bernhard, a Zweig, a Roth es, para mí, como estar en casa, y por eso vuelvo una y otra vez a ellos".

Carmen Camacho

"Me interesan las múltiples intersecciones entre lo popular y la vanguardia (dicho sea en su sentido extenso) y quienes retuercen o acarician el lomo al idioma hasta sacarle el zumaque elemental: Rafael Pérez Estrada, José Viñals, Carlos Edmundo de Ory, Federico García Lorca, Aníbal Núñez, Clarice Lispector, Agustín García Cañvo, Juan de Yepes, Fernando Quiñones..."

Milena Busquets

"Colette es un genio absoluto. La fuerza, la pertinencia... Es contemporánea, es de una modernidad... Como lo puede ser Oscar Wilde, al que considero una fuente de inspiración, porque trata temas muy serios, como la pérdida de la infancia, el amor... Todo eso está en Wilde con mucha ligereza, pero dice cosas muy serias. Pero, volviendo a Colette, para mí es Dios, la amo y la adoro. Es la belleza absoluta, es esta gente que escribe una frase..."

Santiago Velázquez

"Mis influencias son muchas, desde Baroja, Cela o Chaves Nogales, hasta Tolstoi, Thomas Mann o Dostoievski,"

Jordi Carrión

"Yo quiero creer que mi novela dialoga con novelas de Coetzee, de David Grossman, de Ricardo Piglia, de Juan Goytisolo"

miércoles, 7 de enero de 2015

Breve nota sobre la masacre en París

La reacción natural ante una masacre como la de hoy en el atentado yijadista de París puede ser el recogimiento y el silencio pero a poco pensarlo se llega a la conclusión de que no. Que hay que hablar alto y claro. La determinación de los terroristas ha de encontrar una resistencia feroz. Enterraremos a nuestros muertos, los mantendremos en la memoria y la vida seguirá, igual de libre pero más vigilante. Como están haciendo ahora en París.


No podía faltar quien acusa a los humoristas de Charlie Hebdó de "provocación" (y es triste ver al Financial Times al nivel de Willy Toledo) por meterse en teologías islámicas varias. Y por cierto que estaban ejerciendo la mayor provocación al vivir libremente en una sociedad laica con un Estado de derecho que garantiza las libertades de sus ciudadanos. Buscar racionalizaciones de los motivos de un enemigo que busca nuestra completa destrucción (sí, no se les puede apaciguar, no quieren negociar, no tenemos nada que quieran: solo nuestra vida) es una buena manera de abandonar toda la herencia de siglos que nos ha hecho llegar a donde estamos y disfrutar de la paz y prosperidad actuales: es un suicidio colectivo en toda regla.

Ya es hora de entender que tenemos un enemigo común y que, por ello, nuestra respuesta ha de ser común: París es cualquier lugar de Occidente, Todavía leo en Twitter de vez en cuando que alguien se pregunta qué pintamos en Basutolandia del Sur. Y es que hay que explicar mejor que los lugares que vemos en el telediario en conflicto permanente no son destinos remotos para que se paseen los corresponsales de guerra sino caldos de cultivo de las amenazas que llegarán pronto ya tenemos aquí. La cooperación entre las democracias y el aislamiento de los países que financian y toleran el terrorismo son urgencias de seguridad que ya nos están mordiendo el culo.

Y para finalizar:







sábado, 18 de enero de 2014

Las series de 2013



Recopilo aquí un par de breves colaboraciones sobre las series de 2013:

1. Una de hace tiempo para la estupenda Revista Magnolia, en la que se dedicó un especial al sonado final de Breaking Bad. En el trance de elegir una sola de las escenas de la serie me incliné por...


2. Y los amigos de Noticias Seriéfilas me piden que elija lo mejor y lo peor de 2013, con una mención especial. Aquí va.

miércoles, 14 de agosto de 2013

La desertización. 'Breaking Bad' S5E9 'Blood Money'


ATENCIÓN: spoilers de la S5 de Breaking Bad.

“Proteger a mi familia” es el santo y seña que más a menudo se oye en boca de los personajes de las series de TV cuando tienen que justificar acciones de ética dudosa o directamente repulsivas. Hay otra variante que parece más adecuada para Walter White: “Un hombre ha de ser capaz de proveer a su familia”. Al comienzo de Breaking Bad Walter tomó una decisión radical para que su mujer, con un inesperado embarazo tardío, y su hijo dispusiesen del dinero que su trabajo como profesor era incapaz de generar. Pero el objetivo inicial se fue perdiendo de vista a medida que el químico saboreaba el poder, el éxito y el reconocimiento que no había sabido ganarse antes, dejando que todos sus complejos y resentimientos aflorasen en su personalidad. Según transcurría la serie los claroscuros de Walter se iban diluyendo en un negro voraz que ha dejado el rastro de cadáveres y destrucción que Hank le reprocha en el esperado cara a cara con el que termina el capítulo.

A estas alturas aquellos viajes al desierto en una autocaravana destartalada casi parecen excursiones al campo. Por aquel entonces Walter aún se esforzaba en mantener separadas su vida familiar y su vida “laboral”. El desierto era el lugar donde nadie cuestionaba lo correcto o legal de las acciones, donde se podía cocinar metanfetamina o enterrar un cadáver. Estaba fuera del ámbito familiar y personal, y aquél no debía contaminar éstos. De un lado estaba lo bueno y lo que había que preservar. Del otro lo que “había que hacer”. Pero Walter encontró muchísimo más de lo que esperaba: adrenalina, impunidad, respeto, control. Dejó de ser un mindundis y olió con placer el miedo que inspiraba en los demás. Se dejó acariciar por los elogios que despertaba su producto. El dinero e incluso la familia pasaron a un segundo plano. Descubrió que podía actuar con vileza y, por primera vez en su vida, no temer las consecuencias. Y se abandonó a lo peor de sí.

(...)

La desertización. Breaking Bad S5E9 'Blood Money

miércoles, 12 de junio de 2013

Un pacífico demente



Nuevo artículo en IWrite esta vez reseñando las fascinantes Prosas apátridas, de Julio Ramón Ribeyro, una suerte de homenaje a los moralistas franceses pasado por Baudelaire. Y todo ello con un ojo puesto en el Perú.

Un pacífico demente


martes, 14 de mayo de 2013

Retrato de Halfon escribiendo



Eduardo Halfon, El boxeador polaco
104 pp.
Editorial Pre-Textos

¿Se imaginan ustedes tener que explicar las delicias del chocolate a alguien a quien no le gusta? Estremecedoramente dulce, con muchas texturas y matices distintos, frío o caliente, incluso da ganas de follar... No importa cómo lo pintemos, sólo conseguiremos aburrir al otro. En una situación similar se ve el profesor de Literatura que ha de despiezar los libros con los que se ha ido a la cama tantas veces delante de un pelotón de miradas entre bovinas y sarcásticas, pero predominantemente aburridas. En “Lejano”, el primer relato de El boxeador polaco, de Eduardo Halfon, el narrador se encuentra en esta poco envidiable situación impartiendo un curso universitario sobre el cuento. Entre el desinterés de la mayoria y el coqueteo de alguna alumna destaca el brillo de un talento real, un joven del interior del país que de forma repentina abandona las clases. El profesor viaja hasta el pueblo del muchacho para descubrir el porqué de esa marcha. “Lejano” comienza citando unas reflexiones de Ricardo Piglia sobre la naturaleza ambigua del cuento, su capacidad de narrar algo en paralelo a la trama, y el narrador abunda sobre ello en sus clases. El carácter azaroso de la vocación literaria y su excentricidad respecto a la vida universitaria, por no hablar de la ratonera profesional que supone, se reflejan en el muchacho que ha de volver a casa para encararse con sus responsabilidades. A pesar del tono amargo del cuento, no puedo dejar de verlo bajo una luz favorable: desde siempre el que ha querido escribir ha encontrado la manera de hacerlo. Si la tenacidad en el trabajo encauza el sismo interior, el poeta deja una obra acabada a los futuros lectores. Consigue ser algo más que el tema de un relato.

Los encuentros con algunos extranjeros de paso por Guatemala sirven para explorar, por contraste, la identidad de un narrador muy parecido al Eduardo Halfon que firma el libro. En “Fumata blanca” el hallazgo en un bar de una irresistible hippie israelí revela la ascendencia judía de Halfon-el-narrador (“y me confesó perpleja que jamás se imaginó que hubiesen judíos guatemaltecos”: Halfon es un apellido judío libanés; por parte de madre, que es lo que cuenta, el apellido es Tennenbaum) y su desapegada relación con dicho judaísmo. Aparte de una historia contada por su abuelo, superviviente de los campos de la muerte, sobre un misterioso boxeador polaco que le salvó la vida (y que es nombrada en todos los relatos del libro, sirviendo en cierta manera para conectarlos) Halfon se mantiene a distancia, e incluso procura alejarse, de toda identidad judía. Ello salta aún más a la vista en “Epístrofe” en el que Halfon y su novia conocen a Milan, un pianista serbio discípulo de Lazar Berman que, pese a su formación clásica y a sus interpretaciones de Liszt, en cada acorde no hace sino añorar la música gitana de los Balcanes. La búsqueda de una formación propia, alejada del propio origen, contra la angustia de esa misma formación sentida como impostura.
“sólo podía pensar en cómo algunos huyen de sus antepasados mientras que otros los añoran de una forma casi visceral; en cómo unos corren del mundo del padre mientras que otros lo claman y piden a gritos; en cómo yo no podía situarme lo suficientemente lejos del judaísmo, mientras que Milan jamás estaría lo suficientemente cerca de los gitanos.” (pp. 78-79)
Entre “Fumata blanca” y “Epístrofe”, relatos que se complementan entre sí, hay intercalada una breve pieza humorística, “Twaineando”, sobre los rituales de los congresos literarios en las universidades de EEUU. Y llegamos al fin al relato que sobrevuela todo el libro y le da título, “El boxeador polaco”. Halfon toma whisky con su abuelo y mira de reojo los números tatuados en su muñeca. En este ambiente de complicidad el abuelo empieza a contar una historia que siempre se había guardado para sí, una historia clásica europea: cómo fue invadida Lodz por los alemanes y él enviado al campo de concentración de Sachsenhausen, cómo fue nombrado jefe de barracón y luego deportado a Auschwitz, por lo que a partir de entonces se negó a usar el polaco, el idioma de los que, decía, le habían traicionado (otra relación conflictiva con los orígenes, en este caso de rechazo moral), cómo le tatuaron allí los números en la muñeca y encontró la ayuda de un boxeador polaco que le enseñó qué decir en los interrogatorios, le reveló la palabra mágica para sobrevivir.

domingo, 31 de marzo de 2013

miércoles, 27 de marzo de 2013

Berberian Sound Studio


Empiezo a colaborar en iWrite Magazine con una crítica de Berberian Sound Studio, de Peter Strickland, un brillante homenaje al giallo. Una película de terror que ha encantado a un enemigo del género como yo. No se pierdan la áspera banda sonora.

El ruido interior: Berberian Sound Studio

lunes, 28 de enero de 2013

Alban Berg enamorado


Leyendo Alban Berg y Hanna Fuchs de Constantin Floros (Editorial Trotta). Impresionado por las violentas transiciones que se operaron en el carácter del músico a raíz de su enamoramiento de la hermana (casada) de Franz Werfel. Sólo se conservan las cartas de Berg por lo que falta el punto de vista de la señora de Fuchs, aunque se deduce que ella correspondía los sentimientos del músico. Todos sus encuentros fueron en presencia de otras personas, incluyendo sus respectivos cónyuges, no pudiendo por ello llevar a cabo contacto carnal de ningún tipo. Sin embargo, a Berg le dio duro. Usó a su amigo Theodor W. Adorno de mensajero para que llevase cartas a su amada a espaldas de su marido (no puedo evitar descojonarme pensando en el solemne Wiesengrund en esta situación). Su comportamiento se volvió errático, despertando las sospechas de su mujer y del marido de Hanna. Una noche, borracho perdido (algo no inusual), Berg caminó varios kilómetros hasta la casa del matrimonio Fuchs, dio una vuelta a su alrededor y se quedó mirando la ventana de ella, teniendo un destello de juicio gracias al cual se fue sin montar un escándalo. La euforia repentina, las depresiones, los cambios de humor, la pérdida de interés, lo que Berg denomina "cacofonía" de carácter hacen de estas cartas un elocuente testimonio de lo que supone un flechazo (con algún momento de erotismo) que, además, le sirvió para componer su Suite lírica.

lunes, 14 de enero de 2013

El espía que te pegó una venérea


Esta semana empieza la 4ª temporada de Archer, una comedia incorrectísima que desmonta (o deconstruye, que diría un crítico de cine) la tediosa sofisticación de todo a cien que precede, como el pestazo a colonia a los hombres de toda la vida, al espía más famoso e indigesto: James Bond. Alcoholismo, promiscuidad, estupidez y otras especies que adornan el glamuroso mundo de las agencias de inteligencia. En Noticias Seriéfilas publico un artículo recomendando esta estupenda serie.

Archer: Un Bond sin photoshop