viernes, 8 de mayo de 2009

Música para ahogados



Querido S.:

La obra cinematográfica y literaria de Gonzalo Suárez puede verse como un oasis de libertad e independencia dentro de la producción cultural española. Y en esa obra relumbra con un brillo especial la oscura y romántica Remando al viento (1987).


La historia es conocida: el poeta Byron, su secretario y médico Polidori, el poeta Shelley y su esposa, Mary, apuestan en una villa en los alrededores de un lago suizo a quién es capaz de escribir la historia más terrorífica. De aquella velada surgen dos historias famosas: Polidori escribe El vampiro, que tendrá una influencia decisiva en la celebérrima creación de Bram Stoker: Drácula. Mary Shelley, por su parte, da forma a una historia brillante y perturbadora: la de un hombre, Victor Frankenstein, que busca dar vida mediante la ciencia. La criatura resultante es rechazada por todos y al asumir su condición de monstruo se venga de su creador arrebatándole todo lo que le importa.


Suárez da comienzo al film en el escenario donde termina la novela: en las heladas regiones del Polo Norte, adonde Victor Frankenstein ha llegado dando caza a su vengativa creación. De ahí pasamos al Londres de comienzos del XIX, donde el poeta Percy B. Shelley (Valentine Pelka), casado, planea fugarse con la hija del famoso escritor William Goldwin, Mary (Lizzy McInnerny). La hermana de ésta, Clara (una irreconocible Elizabeth Hurley, cuánto mal ha hecho el colágeno), les sugiere visitar en Suiza al poeta lord Byron (Hugh Grant antes de encasillarse en su papel de subnormal balbuceante y encantador, se supone), de quien está esperando un hijo. Allí surge una compleja relación entre los cuatro ante la mirada envidiosa y mediocre de Polidori (José Luis Gómez).



El guión mezcla hábilmente ficción y realidad, fantasía y realismo. Los personajes están hábilmente caracterizados por los brillantes diálogos: el sarcástico Byron, Shelley el idealista, la alegre Clara… Destacan las magníficas localizaciones, que acompañan perfectamente el desarrollo de la película. Suárez lleva a la pantalla el espíritu romántico y mezcla los discursos idealistas y libertarios con sublimes escenarios que traslucen los sentimientos de los personajes: la diversión y las charlas en los amplios valles suizos, la decadencia de Venecia, la explosión de angustia junto al mar y los acantilados… El personaje de Mary va hundiéndose poco a poco en la melancolía y la locura cuando atribuye una serie de muertes de personas queridas al monstruo que su imaginación dio forma. Si Victor Frankenstein lo creó mediante la ciencia, Mary Shelley le ha dado vida con su imaginación, esa capacidad tan estimada por los románticos. Y la criatura lleva a cabo los instintos más oscuros del corazón de Mary.


La película transpira un seductor aroma literario que, si a veces lastra un tanto el ritmo, conjuntado con los escenarios y con la maravillosa banda sonora da a la película una fuerza y magnetismo irresistibles. Es de destacar la fascinante Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis, de Ralph Vaughan Williams, que acompaña las escenas de ahogamiento. La misma pieza fue utiliza por Peter Weir en Master & Commander para la secuencia en que un marinero se pierde en las aguas. Y en verdad la bella y turbadora melodía se ajusta como un guante a la sublime e inhumana fuerza de las aguas tragándose a las indefensas criaturas que se adentran en ellas.

Una película muy recomendable que reconcilia a uno con el cine español. Así que con esto y con la versión que The Braids hicieron de Bohemian Rhapsody te dejo. Éste vídeo se lo dedico a Paula, que sé cuánto le gusta.

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