lunes, 29 de noviembre de 2010

Estética progresista

Socialismo. Estética.

Definición saintsimoniana de los artistas: "Los que perfeccionan los sentimientos".

            Artículo del Globe. Enfentin, Religion saint-simonienne. Economie politique et politique. Artículos extraídos del "Globe", p. 75.


Gustave Flaubert, Estupidario 

Adiós, Leslie

Somos legión los que hemos llorado de risa (en ocasiones, también de aburrimiento) con las películas de Leslie Nielsen. Descanse en paz.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

sábado, 20 de noviembre de 2010

El artista y el tirano

En cuanto a la relación entre un artista de la clase que sea y un dictador, podríamos afirmar que, en lo referente al artista, cuanto más lejos mejor. Las humillaciones y sevicias de las que son objeto los que rodean al tirano no pueden sino dañar la independencia y el juicio del artista, aunque bien es cierto que por la misma proyección pública de su trabajo, esto es, por la necesidad de un interlocutor, el artista se ve continuamente expuesto a los rigores de una opinión pública que no es tal, sino las directrices ideológicas de un régimen. Impresionante a este respecto es la trayectoria de Shostakovich, quien sufrió las crueldades de un régimen tan letal como la Rusia de Stalin pero consiguió crear, a su vez, una obra tremendamente personal. Este documental ilustra muy bien esa "zona gris" (que diría Primo Levi) en la que se mueve el artista enfrentado al tirano.

viernes, 19 de noviembre de 2010

El artista y el éxito

Aunque ya hemos dejado atrás (o lo intentamos) la imagen romántica del artista como un marginado enfrentado a la sociedad, enemigo del éxito en tanto expresión del reconocimiento burgués, no puede decirse que la fama sea algo intrínsecamente bueno para el artista ni, por tanto, para su obra. Hace poco me hicieron pensar unas consideraciones de Ignacio Echevarría sobre la concesión del Nobel a Vargas Llosa. Sostiene el crítico que la obra de Vargas, sin haber cambiado esencialmente de temas y obsesiones, se ha adecuado, en cambio, a una cierta tendencia divulgadora, mediante un estilo apto para todo tipo de paladares internacionales. Esto es: un abandono de las tendencias más experimentales y más centradas en un uso renovador del lenguaje literario. Salta a la vista, desde luego, la diferencia lingüística entre sus novelas de los años 60 (su momento de mayor plenitud literaria) y la obra que vino después. La obra de Vargas Llosa habría ganado en popularidad lo que perdió en nervio y ambición.



Se esté de acuerdo o no con las opiniones de Echevarría, lo que quiero recalcar es el efecto de la fama en el artista. El reconocimiento, el dinero, el cariño del público son bienes que una vez gustados es difícil renunciar a ellos. ¿Qué cineasta, una vez goza del favor de los espectadores y, por tanto, de grandes presupuestos, vuelve a los proyectos pequeños, tal vez underground, de sus comienzos? El séquito de lacayos, amigos interesados y pelotas varios tal vez sean un bálsamo para el ego de cualquiera, pero poco pueden hacer para que mejore la obra del artista a quien hacen la corte. Leyendo el estupendo Éxito y fracaso de Picasso, de John Berger, uno se convence de esa ambivalencia del éxito viendo como éste  reduce a la inanidad el que tal vez sea el mayor talento artístico del s. XX.

Berger comienza su ensayo hablando del patrimonio de Picasso (por lo que fue acusado de mal gusto cuando se editó). Sólo la colección que el artista posee de sus propias obras le hacen multimillonario. Y es que cualquier tela en la que Picasso garabatee su firma adquiere de inmediato un valor extraordinario. Cualquier tela. Esto quiere decir que no se juzga el valor artístico de una obra concreta para después tasarla, sino que, por venir de donde viene, la tela tiene un determinado valor. Ya decía Eugenio d'Ors que el mayor enemigo del arte es la firma.



Esta suerte de infalibilidad artística es uno de los regalos envenenados del éxito: todo lo que sale de la mano de Picasso tiene un beneplácito general, por lo que se evita cualquier tipo de crítica y de confrontación. La obra de Dios se admira, no se discute. Berger identifica dos momentos de absoluta genialidad en la producción de Picasso: los años del cubismo y los de su romance con Marie-Thérèse en los años 30 y que nutrieron su creatividad hasta principios de los 40. El artista español daba lo mejor de sí al expresar sensaciones con una fuerza y concentración que ningún artista había logrado antes. Pero eso sólo lo logró cuando su vida tuvo momentos de plenitud, como en los tiempos de profunda amistad del cubismo o en el vértigo del enamoramiento con Marie-Thérèse. Sin esas experiencias que encauzaran su inmenso talento, la obra picassiana se extraviaba en huecas producciones, como las que corresponden a los últimos 20 años de su vida. La corte de halagadores alababan todo lo que salía de sus manos, pero un ojo atento descubre cuadros sin fuerza, ejercicios sin sentido, lienzos llenos de figuras por puro aburrimiento, una gran fuerza expresiva pero sin ninguna dirección, inmensidad de atributos sin ninguna sustancia. En una palabra, amaneramiento.



Y es que en esa época tardía de su vida se impone el concepto que ninguno de los que frecuentaban a Picasso hubiese osado imaginar, mucho menos formular: fracaso. Berger llega a esta dura conclusión después de un amoroso y admirativo repaso, aunque crítico y lleno de discernimiento también, de la obra del malagueño. Un libro extraordinario (aunque adolece de cierta costra marxista), recomendable tanto para los admiradores de Picasso como para cualquiera que quiera adentrase en los misterios y riesgos que conlleva el genio.

Dejad que los niños se vayan a tomar por el culo

Cartel hallado en Santoña que expresa un sentimiento muy extendido entre los ciudadanos de a pie. Gracias a Titín por el hallazgo.

domingo, 14 de noviembre de 2010

El telón de acero de los fumadores

Tercer post del día. Nunca un domingo dio tanto de sí. Tronchante capítulo de The IT Crowd en el que se muestran las condiciones cuasisoviéticas a las que se somete a los fumadores. Impagable el anuncio contra la piratería.
 

Sobre historia y política

Leyendo el magnífico La venganza de la historia, de Hermann Tertsch, libro publicado  en 1993 (y reeditado en 1999, que es la edición que manejo) al calor de la guerra de los Balcanes y que hoy día sigue de furiosa actualidad en cuanto supone un completo curso de historia europea del s. XX. Los que añoramos la etapa de Tertsch como corresponsal en Europa del este dirfrutamos enormemente con esta muestra de su profundo conocimiento de los países de la zona y de los males que los aquejan, derivados de las arbitrarias fronteras resultantes de las guerras mundiales y, sobre todo, de esa lepra política y social llamada comunismo. Leyendo el libro, decía, doy con un párrafo tremendamente actual. El autor habla de las concesiones hechas a Hitler con el fin de aplacarle, concesiones que recuerdan las que se ofrecieron a Karadjic y Milosevic para intentar saciar con una golosina el hambre voraz de la bestia. ¿Sólo a mí me recuerda a la "obligación moral" que llevó a Zapatero a negociar con los terroristas de ETA?

"Lord Chamberlain volvió de Londres, mostró el acuerdo firmado con Hitler y dijo que traía Peace for our time (paz para nuestra generación). Como le dijo Churchill, entre el honor y la paz había elegido la paz, pero también tendría la guerra. Lord Carrington, lord Owen y Cyrus Vance, los mediadores que intentaron buscar una paz en los territorios de la difunta Yugoslavia y creían negociar con Milosevic, como Chamberlain con Hitler, with an honourable person, pueden entrar algún día en la Historia como aquél, con su trayectoria como estadista mancillada por el gran error de su vida: querer negociar con el mal para no tener que tomar la dura decisión de erradicarlo"

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Wolowitz/Chimo Bayo

Momentazo de The Big Bang Theory, con Wolowitz bailando una mezcla de Bollywood y Chimo Bayo.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Los sueños de Gonzalo Suárez

Todo aquel que se acerque a la obra, tanto cinematográfica como literaria, de Gonzalo Suárez notará sin tardanza la abundancia de elementos oníricos y fantásticos en la narración, así como una marcada afición a los temas literarios. Desde el uso de personajes ya icónicos de la tradición literaria (Frankenstein, Don Juan) hasta los diálogos como parlamentos de personajes de teatro, Suárez usa con gusto su formación libresca para llevar a cabo libros y películas de una coherencia y originalidad envidiables. Estas características toman forma de manera ejemplar en la archirromántica Remando al viento, de la que hablé hace tiempo. Igual de fascinante es el irónico acercamiento al misterio de la creación literaria que practica en Epílogo.




Dos escritores, Ditirambo y Rocabruno, eran una pareja literaria perfecta hasta que algo los enemista. Pero el pragmático Ditirambo (José Sacristán) quiere restablecer la antigua sociedad, así que se acerca de nuevo al hostil Rocabruno (Paco Rabal), fuente de todas las historias. En cierta manera, ambos componen la cara y la cruz de la misma moneda: por un lado el lado solipsita y huraño del escritor encerrado consigo mismo; por otro, la necesidad de dar a conocer la obra propia y dejarla salir del cascarón para ver si se tiene en pie por ella misma. Ambos están enamorados de la misma mujer (una fantástica Charo López), la musa, la que sólo uno de los dos puede tener. Ambos escritores habrán de ceder algo para conseguir lo que anhelan.




En El hombre que soñaba demasiado encontramos otra mezcla característica de los elementos favoritos del autor. Por un lado, hay un relato soñado cercano a la literatura gótica y romántica pero siempre con ese toque de humor y ridículo que tanto bien le hace a las narraciones de Suárez. Por otro, Suárez hilvana un relato autobiográfico con diversos momentos de su vida, desde su infancia en Asturias, contada por un diario que escribió su padre, hasta el ajetreado rodaje de Remando al viento cerca del Polo Norte, pasando por su amistad con el inestable Sam Peckinpah. Una mirada muy personal al mundo del cine y la literatura.

martes, 9 de noviembre de 2010

Stereomood

Escarbando por internet he dado con una página muy interesante: Stereomood, una radio en la que eliges uno de los temas, según tu estado de ánimo o tu interés en ese momento, y te regala los oídos con una selección de canciones relacionadas con el tema en cuestión. Música variada y estimulante. Después de estar un rato usándolo, tengo un vicio de miedo.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Arroyo testamentario

Conozco muy superficialmente la obra pictórica de Eduardo Arroyo. Siempre me han gustado mucho las portadas que adornan los libros de Juan Goytisolo en Alianza, y cuando estaba en el instituto no era raro que alguno de sus cuadros apareciese en los libros de texto. Tengo una idea vaga de su biografía, con el exilio en Francia y la pintura de fuerte inclinación política. Así que me acerqué bien predispuesto a Minuta de un testamento. Memorias (2009), pero sin duda no me esperaba la honda simpatía que la voz crítica, severa, avídamente atenta a la realidad y a los iconos de nuestra sociedad, del pintor iba a suscitar en mí. Una voz, en fin, hondamente moderna.



El título del libro está tomado de las memorias de don Gumersindo de Azcárate, krausista del s. XIX que antes de morir quiso legar, además de sus bienes materiales, algo de la sabiduría y de las reglas para la dirección de uno mismo que había ido adquiriendo. El mismo propósito anima estas páginas de Arroyo, y comienza hablando de algo que elevó el ánimo y derribó la salud de toda la generación de artistas y escritores de posguerra: el alcohol. Arroyo se confiesa adicto al J&B, gusto en el que no le acompaño (prefiero el Johnnie Walker) y nos cuenta que incluso le han dedicado un cóctel: el Sangre de toro. Y, ya que hace poco estuve hablando de listas, copio estas líneas del libro que nos ocupa:

"Quiero dejar claro aquí mi obsesivo apasionamiento por todo tipo de listas: las amatorias (Stendhal, Byron...) y las demás. Y tampoco quiero ocultar mi interés por pesos volúmenes y medidas. Ben Schott (una de las personas que más admiro en el mundo) ha compuesto un delicioso vademécum compuesto de listas y más listas. En sus páginas todo se reseña, todo se mide y todo se pesa: desde los círculos del infierno de Dante hasta los pecados capitales; y también, precisamente, el cálculo de la talla de los sostenes".

La infancia gris de Arroyo en la posguerra española, sólo mitigada por el cine y algunos otros placeres, le indujo a un pronto exilio en París. Allí tomó contacto con la cultura europea y desarrolló una obra artística radicalmente alejada de lo que se hacía en España por entonces, aunque sus temas fuesen a menudo muy españoles, tanto de actualidad como históricos. Ese desligamiento lleva al extrañamiento con que se recibió la obra del pintor ya en democracia. La furiosa independencia de Arroyo, ajena a modas y a los besamanos de los conductos oficiales, sólo podía causar extrañeza y resentimiento en un país que se estaba acostumbrando a las caricias de la subvención. Como diría Edward Said, el pintor estaba fuera de lugar.


Este libro es un muestrario de las opiniones de Arroyo: la convicción de que ética y estética están ligadas, la falta de sentimiento religioso y el anticlericalismo, la búsqueda de la verdad de la vida en la materialidad de las cosas, la sospecha ante todo gregarismo...  Multitud de temas pasan por sus cuadros, desde las ilustraciones literarias (donde destaca la edición ilustrada del Ulises) a la fascinación por el mal encarnado en los asesinos en serie. Es la de Arroyo una imaginación sujeta a la realidad inmediata y fundamentalmente agonística, esto es, en pugna crítica con el material tratado. En Minuta de un testamento se trasluce un carácter bronco y dado a los raptos de malhumor, aunque también proclive a la amistad. El pintor procura salvaguardar su independencia y es muy elogiable que aprenda de la experiencia en asuntos de política, distanciándole ello de la izquierda caviar parisina que sería por afinidad su fuente potencial de relaciones. Entre los temas sobre los que Arroyo reflexiona (cementerios, boxeo, política, religión, lugares de trabajo) salta a la vista el hallazgo de un artista desconocido y asombroso: Carlos González Ragel, Skeletoff, un artista jerezano que durante la República y el franquismo desarrolló una obra pictórica absolutamente personal, compuesta fundamentalmente de dibujos de esqueletos. Diversas enfermedades y el rechazo de las autoridades oficiales fueron a dar con sus huesos en el manicomio donde pasó los últimos años de su vida.




Un libro, en fin, francamente estupendo. Una mirada periférica al arte español, como corresponde a alguien que ha pintado casi toda su obra fuera de España y de los canales oficiales, y una reflexión sobre el arte y la vida de artista cuando ya parece que el tiempo se está acabando.



Eduardo Arroyo, Minuta de un testamento. Memorias
Taurus Memorias y Biografías
332 págs
Editorial Taurus

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Vuelve la muchachada

Vuelve el chavalerío de Muchachada Nui con un primer episodio de Museo Coconut con el que me he destripado de risa. Aquí queda.

martes, 2 de noviembre de 2010

Discazos: "Daydream Nation", de Sonic Youth

Extraordinario disco de 1988 con el que la banda neoyorquina Sonic Youth consiguió un unánime reconocimiento crítico. Melodías hipnotizantes y furiosas distorsiones en clásicos como Teen Age Riot.






1. Teen Age Riot
2. Silver Rocket
3. Sprawl
4. 'Cross the Breeze
5. Eric's Trip
6. Total Trash
7. Hey Joni
8. Providence
9. Candle
10. Rain King
11. Kissability
12. Trilogy: The Wonder
13. Trilogy: Hyperstation
14. Trilogy: Eliminator Jr.