lunes, 15 de diciembre de 2008

Creo en la familia: “Sons of Anarchy”


Acabo de ver la temporada primera de Sons of Anarchy, trece episodios apasionantes que pronto se prolongarán en una segunda. Es sorprendente observar el inteligentísimo reciclaje al que se ha sometido la televisión estadounidense, invirtiendo el dinero y el esfuerzo no en programas chuscos, tocapelotas públicos a un paso de la oligofrenia, realitis inmundos o series destinadas al sector más acéfalo de los repetidores de la ESO. Nada de eso: cediéndole la responsabilidad mayor al guionista (el cual ha podido formar un sector profesional propio con capacidad para exigir mejoras laborales y poner en jaque a toda la industria de la producción de series, una de las más rentables hoy día), las cadenas pagan por buenas historias, sin importar el tema ni el contenido. En vez de tomar al espectador por un imbécil (juego al que el espectador le encanta participar, no toda la culpa va a ser de las distintas cadenas), se le presupone inteligencia (como el valor al soldado) y se le ofrecen series de altísima calidad con toda suerte de conflictos, escenas desagradables, sexo a la vista y cualquier cosa que repugne a un público disneyano o “familiar”.

No siempre la apuesta sale bien: una serie de tanta calidad como Swingtown, acerca de la revolución sexual de los 70 (swingers: dícese de aquellas parejas que se dan a intercambios sexuales con otras) y realizada, según tengo entendido, en una cadena poco dada a tratar cuestiones semejantes, finalizó su primera temporada con unas cifras de audiencia más bien bajas, lo cual quitará a la cadena las ganas de meterse en otra aventura como ésa. Los experimentos en casa y con gaseosa. En Estados Unidos la criticaron precisamente por demasiado “setentera”, es decir, por ambientarla tal vez demasiado bien. Probablemente sean los mismos que cuando ven una película histórica se quejan de que en el 70 a.C. la legión no se ponía en esa formación sino en tal otra. A mí me ha parecido una historia muy interesante, con actores en ocasiones magníficos (cuánto son capaces de decir los ojos de Molly Parker, quien por cierto también aparece en Deadwood, a ver si empiezo a verla ya) y en la que el esquematismo inicial de los protagonistas va dando paso a nuevas e insospechadas posibilidades. En fin, la última noticia que tengo es que la serie ha sido adquirida por otra cadena que produciría la segunda temporada. Gratias agimus tibi…

Cartel de Swingtown

En un pueblo californiano, Charming, una banda de moteros, los Sons of Anarchy (SoA), se ocupa de mantenerlo seguro, sin tiroteos ni tráfico de drogas. Jackson “Jax” Teller (Charlie Hunnam), hijo de un fundador de la banda ya muerto, encuentra un manuscrito de su padre en el que cuenta cómo los SoA se desviaron de su propósito original: de un ideario libertario y anarquizante, pasaron a constituir una especie de mafia financiada mediante el tráfico de armas, obligada al asesinato y a toda clase de negocios ilegales conchabada con el corrupto sheriff del pueblo. Clay Morrow (Ron Perlman, cómo se parece a Tom Waits), también un fundador, amigo del padre de Jax y casado con la madre de éste y ex-esposa de su amigo, Gemma (Katey Sagal, la Peg de Matrimonio con hijos), dirige la banda con determinación y astucia. Varios acontecimientos inesperados llevarán al enfrentamiento entre Jax y Clay.

Desde hace mucho pienso que el gran tema de la ficción americana, con sus variantes y subtemas, es la familia. Supongo que en todas partes será parecido, pero debido a la ubicuidad de la producción cultural estadounidense no hay sociedad que haya mostrado más las miserias de la familia, lo mal entendida y poco evangélica que es la idea de familia al modo yanqui y, en fin, la fuente interminable de infelicidad y amargura que supone. Entiendo el género mafia/bandas/hermandades etc. como un subtema de “familia”. En cualquier película de ese tipo, empezando por El Padrino, se muestra la espantosa constricción a la que tales familias someten a sus miembros, mucho peor que la que pudieron soñar nunca los puritanos fundadores de la nación. Conceptos como fidelidad y deuda son causa de las mayores atrocidades. Se invoca siempre la seguridad como motivo mayor por el que entrar en una de tales organizaciones, seguridad frente a la impersonalidad del sistema; en efecto, en el seno de tales bandas todo se hace de manera personal y “familiar”, incluso las más grandes inhumanidades. La renuncia de Jax a formar parte de ese engranaje hará que entre en conflicto con los elementos más “ultra” de los SoA.

Espero que alguna lumbrera de nuestra t.v. patria se le ocurra comprar los derechos de esta excelente serie (los de Swingtown ni se me ocurre, ese día llovera fuego del cielo) o si no, mejor aún, descárgatela de Internet en versión original subtitulada, que es como yo he visto ambas. Acabas detestando los doblajes españoles, siempre con las mismas voces y malísimos en su mayoría.


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“Error paralelo frecuente en toda clase de narrativa, producto asimismo de la fuerza de la inercia: considerar la vida como cristalización de momentos decisivos más que como un proceso, error que, en el plano de la creación, lleva a centrar el relato en un argumento articulado como un organismo, a encuadrar el ambiente en que se desarrolla igual que si se tratara de una fotografía, a ceñirse al tiempo que la realidad exigiría de los hechos relatados más que al exigido por su expresión literaria propiamente dicha, a aislar, a abstraer, a olvidar que junto a una cosa hay siempre otra, y otra contrapuesta y otra colateral y otra anterior que la contradice y niega, que la altera y confunde hasta el punto de obligarnos a considerar la hipótesis inicial, la cuestión de si es realmente la estructura un instante del proceso o es el proceso una mera línea de la estructura.” LUIS GOYTISOLO, Antagonía 2: Los verdes de mayo hasta el mar.

sábado, 13 de diciembre de 2008

Año y pico más tarde: “My Blueberry Nights”


Una parte considerable del mejor cine que se filma hoy día viene de Asia. Directores como Kim Ki-Duk o Zhang Yimou nos muestran películas absolutamente personales, con un mundo diferenciado y coherente. De todos ellos mi favorito es el honkonés Wong Kar-Wai, del cual se estrenó ayer en España, con más de un año de retraso, My Blueberry Nights.


Wong ha entrado en el siglo XXI en un momento de auge creativo; todos los motivos que aparecían en sus primeras películas (la visión estetizante del Hong-Kong de los 60, la caracterización de ciertos momentos con la música, la muestra del amor a través de elipsis temporales…) se condensaron con brillantez en dos obras maestras: Deseando amar (In The Mood For Love, 2000) y 2046 (2004). Ambas comparten personajes ( y actores), tiempo y lugar, temas… Y hay que resaltar, especialmente, la extraordinaria banda sonora no sólo de estas dos películas, sino de toda la filmografía de este director. Como muestra, te dejo el tema I´m In The Mood For Love de Bryan Ferry (que no sé por qué cojones no sale en la banda sonora) y una maravilla que no debes perderte: la versión del gran bolero Perfidia interpretada por la orquesta de Xavier Cugat (con algunos arreglos, si no me equivoco).

Si todas sus películas anteriores fueron de realización asiática, para My Blueberry Nights cruzó el Pacífico y realizó un film ambientado en Estados Unidos, con música esencialmente de jazz y actores occidentales: Norah Jones (autora en parte de la banda sonora), Jude Law, Natalie Portman, David Strathairn (al que recordarás de Buenas noches y buena suerte), Rachel Weisz… Si las en las películas que he mencionado antes los hechos se desarrollaban preferentemente en pensiones y hoteles, ahora nos trasladamos a sitios más americanos: restaurantes de comida rápida, bares, incluso a Las Vegas, donde vemos a una Natalie Portman jugadora profesional sin mucha suerte.


En My Blueberry Nights se entrecruzan varias historias, sirviendo como hilo conductor el personaje de Norah Jones, Elizabeth, una chica que tras un desengaño amoroso inicia un peregrinaje en busca de sí misma. Conoce en primer lugar al dueño de un restaurante, Jeremy (Jude Law), quien se enamora de ella y recibe las postales que ella le va mandando desde los distintos sitios en los que va a dar. Elizabeth cambia de ciudad y, aquejada de un insomnio crónico, trabaja de día en un restaurante y de noche en un bar. En ambos sitios coincide con Arnie (David Strathairn), guardia de tráfico de día y de noche un borracho impenitente, incapaz de olvidar el abandono de su mujer. La historia de Arnie me parece la más interesante de todas, remarcada además por una extraordinaria interpretación de Strathairn que deja muy atrás al resto de actores. Elizabeth se dirige esta vez a Las Vegas, donde traba amistad con Leslie (Natalie Portman), jugadora profesional, como ya te he dicho.


No puedo contarte mucho más ya que vi la película en el ordenador hace varios meses, cansado de esperar a que la estrenasen en el cine. Manda huevos que uno de los directores más importantes y prestigiosos tenga que esperar más de un año a que estrenen su película. ¡Y eso que se supone que es su peli más “comercial”, al estar realizada por primera vez en occidente! En fin, como valoración general puedo decirte que no me parece a la altura de 2046 pero aún así es un film excelente, con momentos inolvidables, especialmente en la historia de Arnie. La banda sonora como de costumbe es muy emotiva. Así que para resarcirte de todas las putas mierdas que habrás visto últimamente en el cine (porque te gustan, lo sé) vete a ver este peliculón ,que al menos habrás invertido bien los 5 ó 6€, o la hostia que te den en Madrid por una entrada.


POSDATA: ahora que caigo en que Jude Law y Natalie Portman aparecen en esta peli, aprovecho para dejar pública constancia de lo escombro que me pareció Closer. ¡Vaya basura de guión y qué sobreactuaciones! Lo único bueno era ver a la Portman haciendo de stripper.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Un recuerdo para Guido Crepax

Curioseando por aquí y por allá, me encuentro con varios comentarios a la obra de Guido Crepax, clásico imprescindible del cómic europeo. Autor de algunos de los cómics eróticos más memorables y de un icono de pelo corto: Valentina, de quien Norma ha publicado un tomo recopilatorio hace poco. Me remito, en fin, a lo que escribió Rafael Marín en su blog (quien, por cierto, lamentó hace poco la muerte de otro grande de la historieta: Lauzier) y quede esto como un pequeño homenaje.








martes, 2 de diciembre de 2008

Si Obama les secuestra...


Si no recuerdo mal, empecé a leer El Jueves a los 13 ó 14 años. Aquella mezcla de actualidad, humor salvaje y picaruelas desnudas es una granada de fragmentación para alguien de esa edad (gran pregunta: ¿por qué a las chicas la historieta que más les gustaba era Clara de noche, sobre las vicisitudes de una puta? Se admiten hipótesis). Lo dejé unos años después porque me parecía repetitivo y falto de ideas. Salvo algunas excepciones (pienso sobre todo en Pedro Vera, esa bomba de barbarie y humor que pare cada semana Ortega y Pacheco) los autores nuevos no me gustaban ni poco ni mucho. Me daba la impresión de que la revista estaba en una etapa de decadencia.


Y he aquí que en un año tenemos varias portadas polémicas que devuelven la publicación al candelero. La primera fue la de los príncipes haciendo uso, que les costó 3000 aurelios. Después otra con la Duquesa de Alba que casi les cuesta otro proceso ( el juez la desestimó; ¿así que la Casa Real sí pero la de Alba no, eh?) y ahora una con nuestro querido negrito Obama que ha llamado la atención hasta en Estados Unidos. Me remito a los comentarios que hace Álvaro Pons en su imprescindible La cárcel de papel. Esperemos que estos muchachos sigan así y nos sigan proyectando internacionalmente (aunque sea para mal).