domingo, 7 de septiembre de 2008

La voz de Eugenio

Querido S.:

ya habrás leído la noticia acerca de la nueva progresistada de Garzón. No me canso de admirar el efecto de la propaganda más lerda en la gente: cómo el sectarismo, la manipulación y el victimismo calan en ella y se asientan en el imaginario colectivo como verdades, más aún, como verdades silenciadas hasta ahora. La rentabilidad de ser víctima, el chantaje sentimental al que somete a los demás, es explotada hábilmente por la izquierda. En el libro de Muñoz Molina que te recomendé en la anterior entrada, Sefarad, se habla de la figura real de Willi Münzenberg, un obrero alemán que dirigió todas las campañas publicitarias de la URSS: orquestaba eventos como recogidas de fondos para orfanatos, para la lucha contra el fascismo, o lo que fuese, y se encargaba de que tuviesen un aura noble, un prestigio moral que atrayese a los intelectuales, a quienes Münzenberg llamaba los inocentes. Es gracias a esa ingenuidad de las supuestas "luces" del pensamiento que los terrores comunistas siguen siendo en buena parte desconocidos.

Pero de lo que quería hablarte es de la sorprendente y lúcida figura de Eugenio de Azcárraga, que descubrí en el blog de Xavier Pericay. Un testimonio de primera mano de la burda e interesada simplificación a la que Zapatitos&Co. someten la Historia.

Un abrazo.

Á.