miércoles, 14 de agosto de 2013

La desertización. 'Breaking Bad' S5E9 'Blood Money'


ATENCIÓN: spoilers de la S5 de Breaking Bad.

“Proteger a mi familia” es el santo y seña que más a menudo se oye en boca de los personajes de las series de TV cuando tienen que justificar acciones de ética dudosa o directamente repulsivas. Hay otra variante que parece más adecuada para Walter White: “Un hombre ha de ser capaz de proveer a su familia”. Al comienzo de Breaking Bad Walter tomó una decisión radical para que su mujer, con un inesperado embarazo tardío, y su hijo dispusiesen del dinero que su trabajo como profesor era incapaz de generar. Pero el objetivo inicial se fue perdiendo de vista a medida que el químico saboreaba el poder, el éxito y el reconocimiento que no había sabido ganarse antes, dejando que todos sus complejos y resentimientos aflorasen en su personalidad. Según transcurría la serie los claroscuros de Walter se iban diluyendo en un negro voraz que ha dejado el rastro de cadáveres y destrucción que Hank le reprocha en el esperado cara a cara con el que termina el capítulo.

A estas alturas aquellos viajes al desierto en una autocaravana destartalada casi parecen excursiones al campo. Por aquel entonces Walter aún se esforzaba en mantener separadas su vida familiar y su vida “laboral”. El desierto era el lugar donde nadie cuestionaba lo correcto o legal de las acciones, donde se podía cocinar metanfetamina o enterrar un cadáver. Estaba fuera del ámbito familiar y personal, y aquél no debía contaminar éstos. De un lado estaba lo bueno y lo que había que preservar. Del otro lo que “había que hacer”. Pero Walter encontró muchísimo más de lo que esperaba: adrenalina, impunidad, respeto, control. Dejó de ser un mindundis y olió con placer el miedo que inspiraba en los demás. Se dejó acariciar por los elogios que despertaba su producto. El dinero e incluso la familia pasaron a un segundo plano. Descubrió que podía actuar con vileza y, por primera vez en su vida, no temer las consecuencias. Y se abandonó a lo peor de sí.

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La desertización. Breaking Bad S5E9 'Blood Money

miércoles, 12 de junio de 2013

Un pacífico demente



Nuevo artículo en IWrite esta vez reseñando las fascinantes Prosas apátridas, de Julio Ramón Ribeyro, una suerte de homenaje a los moralistas franceses pasado por Baudelaire. Y todo ello con un ojo puesto en el Perú.

Un pacífico demente


martes, 14 de mayo de 2013

Retrato de Halfon escribiendo



Eduardo Halfon, El boxeador polaco
104 pp.
Editorial Pre-Textos

¿Se imaginan ustedes tener que explicar las delicias del chocolate a alguien a quien no le gusta? Estremecedoramente dulce, con muchas texturas y matices distintos, frío o caliente, incluso da ganas de follar... No importa cómo lo pintemos, sólo conseguiremos aburrir al otro. En una situación similar se ve el profesor de Literatura que ha de despiezar los libros con los que se ha ido a la cama tantas veces delante de un pelotón de miradas entre bovinas y sarcásticas, pero predominantemente aburridas. En “Lejano”, el primer relato de El boxeador polaco, de Eduardo Halfon, el narrador se encuentra en esta poco envidiable situación impartiendo un curso universitario sobre el cuento. Entre el desinterés de la mayoria y el coqueteo de alguna alumna destaca el brillo de un talento real, un joven del interior del país que de forma repentina abandona las clases. El profesor viaja hasta el pueblo del muchacho para descubrir el porqué de esa marcha. “Lejano” comienza citando unas reflexiones de Ricardo Piglia sobre la naturaleza ambigua del cuento, su capacidad de narrar algo en paralelo a la trama, y el narrador abunda sobre ello en sus clases. El carácter azaroso de la vocación literaria y su excentricidad respecto a la vida universitaria, por no hablar de la ratonera profesional que supone, se reflejan en el muchacho que ha de volver a casa para encararse con sus responsabilidades. A pesar del tono amargo del cuento, no puedo dejar de verlo bajo una luz favorable: desde siempre el que ha querido escribir ha encontrado la manera de hacerlo. Si la tenacidad en el trabajo encauza el sismo interior, el poeta deja una obra acabada a los futuros lectores. Consigue ser algo más que el tema de un relato.

Los encuentros con algunos extranjeros de paso por Guatemala sirven para explorar, por contraste, la identidad de un narrador muy parecido al Eduardo Halfon que firma el libro. En “Fumata blanca” el hallazgo en un bar de una irresistible hippie israelí revela la ascendencia judía de Halfon-el-narrador (“y me confesó perpleja que jamás se imaginó que hubiesen judíos guatemaltecos”: Halfon es un apellido judío libanés; por parte de madre, que es lo que cuenta, el apellido es Tennenbaum) y su desapegada relación con dicho judaísmo. Aparte de una historia contada por su abuelo, superviviente de los campos de la muerte, sobre un misterioso boxeador polaco que le salvó la vida (y que es nombrada en todos los relatos del libro, sirviendo en cierta manera para conectarlos) Halfon se mantiene a distancia, e incluso procura alejarse, de toda identidad judía. Ello salta aún más a la vista en “Epístrofe” en el que Halfon y su novia conocen a Milan, un pianista serbio discípulo de Lazar Berman que, pese a su formación clásica y a sus interpretaciones de Liszt, en cada acorde no hace sino añorar la música gitana de los Balcanes. La búsqueda de una formación propia, alejada del propio origen, contra la angustia de esa misma formación sentida como impostura.
“sólo podía pensar en cómo algunos huyen de sus antepasados mientras que otros los añoran de una forma casi visceral; en cómo unos corren del mundo del padre mientras que otros lo claman y piden a gritos; en cómo yo no podía situarme lo suficientemente lejos del judaísmo, mientras que Milan jamás estaría lo suficientemente cerca de los gitanos.” (pp. 78-79)
Entre “Fumata blanca” y “Epístrofe”, relatos que se complementan entre sí, hay intercalada una breve pieza humorística, “Twaineando”, sobre los rituales de los congresos literarios en las universidades de EEUU. Y llegamos al fin al relato que sobrevuela todo el libro y le da título, “El boxeador polaco”. Halfon toma whisky con su abuelo y mira de reojo los números tatuados en su muñeca. En este ambiente de complicidad el abuelo empieza a contar una historia que siempre se había guardado para sí, una historia clásica europea: cómo fue invadida Lodz por los alemanes y él enviado al campo de concentración de Sachsenhausen, cómo fue nombrado jefe de barracón y luego deportado a Auschwitz, por lo que a partir de entonces se negó a usar el polaco, el idioma de los que, decía, le habían traicionado (otra relación conflictiva con los orígenes, en este caso de rechazo moral), cómo le tatuaron allí los números en la muñeca y encontró la ayuda de un boxeador polaco que le enseñó qué decir en los interrogatorios, le reveló la palabra mágica para sobrevivir.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Berberian Sound Studio


Empiezo a colaborar en iWrite Magazine con una crítica de Berberian Sound Studio, de Peter Strickland, un brillante homenaje al giallo. Una película de terror que ha encantado a un enemigo del género como yo. No se pierdan la áspera banda sonora.

El ruido interior: Berberian Sound Studio

lunes, 28 de enero de 2013

Alban Berg enamorado


Leyendo Alban Berg y Hanna Fuchs de Constantin Floros (Editorial Trotta). Impresionado por las violentas transiciones que se operaron en el carácter del músico a raíz de su enamoramiento de la hermana (casada) de Franz Werfel. Sólo se conservan las cartas de Berg por lo que falta el punto de vista de la señora de Fuchs, aunque se deduce que ella correspondía los sentimientos del músico. Todos sus encuentros fueron en presencia de otras personas, incluyendo sus respectivos cónyuges, no pudiendo por ello llevar a cabo contacto carnal de ningún tipo. Sin embargo, a Berg le dio duro. Usó a su amigo Theodor W. Adorno de mensajero para que llevase cartas a su amada a espaldas de su marido (no puedo evitar descojonarme pensando en el solemne Wiesengrund en esta situación). Su comportamiento se volvió errático, despertando las sospechas de su mujer y del marido de Hanna. Una noche, borracho perdido (algo no inusual), Berg caminó varios kilómetros hasta la casa del matrimonio Fuchs, dio una vuelta a su alrededor y se quedó mirando la ventana de ella, teniendo un destello de juicio gracias al cual se fue sin montar un escándalo. La euforia repentina, las depresiones, los cambios de humor, la pérdida de interés, lo que Berg denomina "cacofonía" de carácter hacen de estas cartas un elocuente testimonio de lo que supone un flechazo (con algún momento de erotismo) que, además, le sirvió para componer su Suite lírica.

lunes, 14 de enero de 2013

El espía que te pegó una venérea


Esta semana empieza la 4ª temporada de Archer, una comedia incorrectísima que desmonta (o deconstruye, que diría un crítico de cine) la tediosa sofisticación de todo a cien que precede, como el pestazo a colonia a los hombres de toda la vida, al espía más famoso e indigesto: James Bond. Alcoholismo, promiscuidad, estupidez y otras especies que adornan el glamuroso mundo de las agencias de inteligencia. En Noticias Seriéfilas publico un artículo recomendando esta estupenda serie.

Archer: Un Bond sin photoshop

jueves, 10 de enero de 2013

Hojas que pasan


Llevo tiempo curioseando por los tumblr que la gente dedica a los temas más variados, desde la costura hasta el porno, y al fin he decidido abrir uno: Hojas que pasan. Sucesos de historia literaria. Estará centrado en la literatura y los escritores y en él llevaré, además, una relación de los libros que vaya leyendo (solo de los que lea de principio a fin, no de los que consulte, solo picotee unos capítulos o deje sin terminar. Si no necesitaría media docena de blogs). Veremos en qué resulta.

Hojas que pasan. Sucesos de historia literaria

lunes, 7 de enero de 2013

Aquí está don Juan Tenorio/para quien quiera algo de él


Publico nuevo artículo en Jot Down elogiando la edición del Don Juan Tenorio, de José Zorrilla, que ha llevado a cabo la Biblioteca Clásica de la RAE. Es el de Zorrilla un don Juan que descubre el yo y la duda, un don Juan romántico. En el completo estudio que firma el autor de la edición se repasan las deudas y las diferencias con los otros burladores, el apresuramiento del autor a la hora de redactar una obra tan atractiva como desigual, la crítica recepción de una obra con rendidos admiradores y odiadores incondicionales. Ya en el título del texto destaco la que es para mí la característica definitoria de don Juan: su chulería. Un personaje bravucón y bocazas emparentado con los caballeros andantes que se plantaban en cualquier parte y desafiaban a todo lo que se moviese. Pero también una lectura apasionante.

Don Juan la tiene más larga

viernes, 4 de enero de 2013

El otro Sr. Klein


El Sr. Klein (Alain Delon) no tiene de qué quejarse durante la ocupación alemana de Francia. Vive en un amplio y lujosamente amueblado apartamento, tiene una amante joven y hermosa a la que trata a capricho y, por si fuera poco, su negocio de marchante de arte va cada vez mejor: los judíos con obras de algún valor se ven obligados a venderlas al precio que les den. La guerra y la ocupación se presentan como una belle époque a poco que se tenga vista para los negocios y pocos escrúpulos. Pero un día, tras la adquisición de un cuadro a un judío a precio de ganga, el Sr. Klein recibe en su puerta el periódico de la comunidad judía. periódico que sólo se adquiere mediante suscripción. Molesto por el error, Klein va a la redacción del periódico y a la comisaría a enmendarlo, alegando la coincidencia de nombre con otra persona. Otro Robert Klein. Pero una vez ha entrado en la máquina de la burocracia ya no puede salir, obligado a buscar certificados que den fe de origen mientras crece la sospecha de que no es víctima de un malentendido sino de una conspiración.

El argumento de esta interesante película de Joseph Losey, Monsieur Klein (1976), parece una variación de El proceso ("Alguien debía de haber calumniado a Josef K., porque, sin haber hecho nada malo...") con su K, tan característica, el terrorífico despliegue de la burocracia, la disertación sobre insectos a la manera de Nabokov en sus cursos sobre La transformación, o ese equívoco de identidad que habría hecho las delicias del negrísimo humor de Kafka. Klein ve confundido su nombre y, con él, su identidad. Lo que podría dar también para un thriller con la busca por París de las huellas de ese otro Sr. Klein, esquivo y astuto sembrador de pistas falsas. Pero lo que supone humor y aventuras en Hitchcock, aquí adquiere un carácter moral por la inclusión de Klein en el grupo del que se aprovechaba poco antes e ignoraba sus padecimientos.

La película empieza con una revisión médica a la que la gente se somete para que se certifique su no adecuación (o sí) al tipo judío. Precio: 15 francos. Los carteles de "Prohibidos los judíos" son lo justo en los sitios donde va la gente normal. Y en ellos no hay nada más gracioso que un espectáculo ridiculizando al "cerdo judío" que está hundiendo Francia. Klein no se cree antisemita: la política va por un lado y él busca hacer dinero por el suyo. Cuanto más atrapado está en la situación del otro Klein, más grita: ¡Esto no tiene nada que ver conmigo! Sólo que sí tiene que ver. La indiferencia de Klein hacia el dolor ajeno es complementaria a la que sienten todos hacia él cuando es el que tiene problemas. El ambiente histórico y pesadillesco de la película se orienta poco a poco hacia la fábula moral, con "el otro" señor Klein como agente provocador del cambio. La guerra, el colaboracionismo y algunos de los peores episodios de la historia francesa del siglo pasado están certeramente retratados en esta película. Pero sobre todo destaca el carácter criminal de la indiferencia hacia los demás, de la omisión de la propia responsabilidad: todo tiene que ver conmigo.

jueves, 3 de enero de 2013

Discazos: "The Master OST", de Jonny Greenwood

Como tantos otros llevo ya varios meses esperando el estreno en España de The Master, la nueva (o a estas alturas no) película de Paul Thomas Anderson. Para hacerme salivar aún más me he topado con la banda sonora de Jonny Greenwood y llevo escuchándola toda la tarde. Así que rescato la sección Discazos para recomendarla y así estrenar el blog este año. Que, empezando así, es de temer que avanzará con su cojera habitual. Aquí está el disco en Spotify, aquí en Grooveshark y aquí y aquí en descarga directa. A disfrutarlo.

EDITO: lean este magnífico artículo de Manuel J. Lombardo sobre Greenwood.


01. Overtones (02:20)
02. Time Hole (01:42)
03. Back Beyond (03:42)
04. Get Thee Behind Me Satan (Ella Fitzgerald) (03:47)
05. Alethia (04:06)
06. Don't Sit Under The Apple Tree (With Anyone Else But Me) (Madisen Beaty) (01:36)
07. Atomic Healer (01:24)
08. Able-Bodied Seamen (03:54)
09. The Split Saber (03:41)
10. Baton Sparks (02:20)
11. No Other Love (Jo Stafford) (03:00)
12. His Master's Voice (03:34)
13. Application 45 (Version I) (05:40)
14. Changing Partners (Helen Forrest) (02:42)
15. Sweetness Of Freddie (03:27)