martes, 20 de julio de 2010

Temas literarios

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1º. Como siempre, Suiza lava más blanco. Recientes arremetidas de EEUU y la Unión Europea han hecho mella en la impenetrable fachada de la inviolabilidad bancaria suiza. El litigio tiene esta vez fondo literario: una caja con manuscritos de una de las plumas más fulgurantes de todos los tiempos: Franz Kafka. El albacea de Kafka, Max Brod, dejó estos documentos en manos de su amante, Esther Hoffe, quien debía donar estos fondos a la Biblioteca Nacional de Jerusalén cuando finalizase su construcción. Pero la Hoffe vio las enormes posibilidades pecuniarias del asunto y se dedicó a vender los manuscritos, como un original de El proceso del puño y letra de Kafka. A su muerte, los papeles quedaron confinados en cuatro cajas fuertes de un banco suizo. Ahora dos litigantes quieren recuperar el legado del escritor checo: las herederas de Esther Hoffe, por un lado, supervivientes del Holocausto y ya octogenarias, y por otro el Estado de Israel, quien se hace eco de la voluntad de Brod de confiar los papeles a la biblioteca jerosolimitana. Y los aficionados a la prosa de Kafka no podemos sino apoyar al Estado israelí, representante en este caso de los intereses públicos frente a la codicia de las dos ancianas. Hace ya 86 años que murió Kafka y las hermanas Hoffe no pueden pretender vivir de los escritos de un hombre que no tuvo nada que ver con ellas (ni con su madre, diche sea de paso). En sus manos, los documentos se desperdigarían por el mundo vendidos al mejor postor. En Israel, en cambio, estarían a disposición de los estudiosos que luego se los brindan al público en buenas ediciones (como la Kritische Ausgabe que se edita inmejorablemente en Alemania y que aquí en España editó Galaxia Gutenberg. ¿Para cuándo el último volumen, dedicado a la correspondencia?). En este caso, el interés privado no redunda en beneficio público, como proclamaba Adam Smith.

2º. Pocas notas fúnebres más sentidas que la que dedicó L'Osservatore Romano a José Saramago. Entre todos los peloteos descarados y la hipócrita pantomima estatal que fue el funeral (perdón por la rima), da gusto ver que la visión crítica del escritor dejó heridas que algunos no están dispuestos a perdonar. No era Saramago santo de mi devoción (valga el tropo religioso), pero se me cayó el alma a los pies (idem) cuando todo tipo de personalides del gobierno portugués se unieron borreguilmente para despedir a alguien que les ponía a caldo a la menor ocasión y a quien sin duda odiaban. Entre todos los pecados que pueda cometer la curia vaticana, en este caso han sorteado muy bien la hipocresía, a diferencia de muchos otros.

3º. Los frikis de la literatura a veces sabemos incluso lo que vamos a leer el año que viene. Y yo ya tengo una nítida imagen de mí mismo leyendo La liebre de la Patagonia, las memorias del cineasta Claude Lanzmann. A comienzos de 2011, Seix Barral editará este testimonio de uno de los más tenaces relatores del horror que vivieron los judíos. Las inmensas dificultades para rodar el magno documental Shoah durante doce años o sus polémicas con el antisemitismo siempre presente son parte de lo que cuenta en su libro.


3 comentarios:

  1. Gracias, el libro de Claude Lanzmann, ya está en mi lista.

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  2. No hay de qué. No te pierdas cualquier entrevista suya que encuentres, no tiene pelos en la lengua.

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