Querido S.:
La HBO es una mina de joyas que merece explorarse en profundidad. En cualquier lista consultada acerca de "Las mejores series..." aparecen varias de esta cadena. Y con sobrados motivos: guiones cuidados hasta el puntillismo, excelentes ambientaciones, actores de primera, un exigente público de pago preparado para cualquier muestra de sexo, violencia, opiniones incorrectas, lenguaje obsceno, ataques a la religión y al gobierno, provechoso consumo de drogas... Entre las series que uno sigue semanalmente, es un placer recuperar alguna ya completada de la HBO y meterse una tripada de varios capítulos a la vez, disfrutando de la continuidad de la historia sin el molesto parón semanal. Es lo que he hecho con la primera temporada de The Wire.
El detective McNulty tiene un objetivo entre ceja y ceja: Avon Barksdale, un misterioso capo local que controla buena parte del tráfico de drogas en Baltimore. Pero el imperio criminal de Barksdale está sólidamente protegido: ninguno de los negocios que controla está a su nombre, es discreto hasta el extremo de no figurar su nombre en ningún registro público, delega en sus subordinados el trabajo sucio para que no se le pueda inculpar de nada etc. Pero un pequeño grupo de investigadores, en principio los deshechos de cada departamento, irá realizando tenazmente una labor de recopilación de información, de paciente observación de los métodos de los traficantes para hallar una grieta por la que ascender hasta los auténticos jefes. Para ello será fundamental la escucha, el sistema de pinchado de teléfonos y buscas con el que poder adelantarse a los movimientos de los narcos. Pero la investigación pronto adquiere ramificaciones inesperadas: la droga únicamente conduce a los elementos medios y bajos del sistema criminal; es el rastreo del dinero lo que lleva a los círculos más altos, al entorno de Avon Barksdale y más allá: a los capitostes de la política local.
En The Wire el naturalismo alcanza niveles inéditos en la ficción audiovisual. Los diálogos en su versión original (lamento decir que he visto la versión doblada) no los entendían ni los propios norteamericanos, según he leído: la mezcolanza de idiomas y jerga criminal que se habla en la calle es registrada fielmente. La banda sonora está compuesta únicamente por los ruidos de las cosas y por la música que se oye en bares, coches o apartamentos, nunca hay música ambiental. La iluminación ligeramente feísta ayuda a crear una distancia crítica con la narración. Los personajes están magníficamente diseñados e individualizados, las actuaciones son sobrias y precisas, todo está en su sitio. El ritmo de la serie es pausado, atento al detalle y a la sugerencia, sin sorpresas argumentales ni giros absurdos de la trama. El resultado es una serie impecablemente narrada, soberbiamente ambientada, irresistible.
Los personajes tienen la característica a mi juicio primordial que proporciona un buen guionista: una voz. Algo que proporciona coherencia y valor a todo lo que se mueve a su alrededor, independientemente de que ello sea banal o cotidiano. Tal vez el personaje más tópico sea el protagonista, Jimmy McNulty: brillante detective de Homicidios, tenaz e inteligente, lo empaña con un carácter insubordinado y disperso. A su lado hay otra excelente detective. esta vez de Narcóticos, Kima, fundamental para seguir el caso. El brillante y degradado detective Freamon, una resabiada versión de McNulty. El estúpido policía pero útil oficinista Pryzbylewski. Y en las calles tenemos al hábil Avon Barksdale, al inteligente y calculador Stringer, a los dubitativos D'Angelo y Wallace. El ambiente de los yonkis se nos hace palpable mediante el inteligente y escurridizo Bubbles. ¿Y qué decir del pistolero homosexual Omar? Tierno y valiente a la vez, tararea una pegadiza melodía cuando va a matar a alguien, un auténtico personaje de Sergio Leone.
Mención aparte merece el profundo conocimiento del terreno que demuestran sus dos guionistas, David Simon y Edward Burns. Simon cubrió los sucesos para The Baltimore Sun durante trece años, es decir, ha escuchado y narrado relatos de las calles de la ciudad durante toda su vida profesional. Por su parte, Burns era detective de homicidios. Los resultados de la interacción de esta extraña pareja no podían ser más estimulantes. Las costumbres de los narcotraficantes, su sistema hábilmente planificado para diversificar el trabajo, las luchas y rencillas con bandas rivales, la habilidad de los jefes para dirigirlo todo sin comprometerse en nada, la persecución de los soplones. El obsesivo y agotador trabajo de los detctives, las rencillas interdepartamentales, la castradora cadena de mando que supedita el trabajo policial a las ambiciones de los superiores con ganas de medrar. La codicia e influencia de los políticos, su connivencia con el crimen organizado a través de las donaciones (recordemos que el dinero no huele), sus presiones a los jefes de la policía para cortar de raíz cualquier investigación perjudicial para sus intereses. Todo ello se narra morosamente y con conocimiento de causa en The Wire.
La series es considerada una de las mejores (si no la mejor) de la historia de la televisión. Escuchemos lo que dice Alan Moore:
Entertainment Weekly: ¿Nunca se relaja y se limita a ver la tele?
Alan Moore: De manera selectiva, la mayoría en DVD. El pináculo de todo lo que he visto es The Wire. Es la obra televisiva más impresionante que nunca ha salido de America, probablemente la obra televisiva más importante, y punto.
El detective McNulty tiene un objetivo entre ceja y ceja: Avon Barksdale, un misterioso capo local que controla buena parte del tráfico de drogas en Baltimore. Pero el imperio criminal de Barksdale está sólidamente protegido: ninguno de los negocios que controla está a su nombre, es discreto hasta el extremo de no figurar su nombre en ningún registro público, delega en sus subordinados el trabajo sucio para que no se le pueda inculpar de nada etc. Pero un pequeño grupo de investigadores, en principio los deshechos de cada departamento, irá realizando tenazmente una labor de recopilación de información, de paciente observación de los métodos de los traficantes para hallar una grieta por la que ascender hasta los auténticos jefes. Para ello será fundamental la escucha, el sistema de pinchado de teléfonos y buscas con el que poder adelantarse a los movimientos de los narcos. Pero la investigación pronto adquiere ramificaciones inesperadas: la droga únicamente conduce a los elementos medios y bajos del sistema criminal; es el rastreo del dinero lo que lleva a los círculos más altos, al entorno de Avon Barksdale y más allá: a los capitostes de la política local.
En The Wire el naturalismo alcanza niveles inéditos en la ficción audiovisual. Los diálogos en su versión original (lamento decir que he visto la versión doblada) no los entendían ni los propios norteamericanos, según he leído: la mezcolanza de idiomas y jerga criminal que se habla en la calle es registrada fielmente. La banda sonora está compuesta únicamente por los ruidos de las cosas y por la música que se oye en bares, coches o apartamentos, nunca hay música ambiental. La iluminación ligeramente feísta ayuda a crear una distancia crítica con la narración. Los personajes están magníficamente diseñados e individualizados, las actuaciones son sobrias y precisas, todo está en su sitio. El ritmo de la serie es pausado, atento al detalle y a la sugerencia, sin sorpresas argumentales ni giros absurdos de la trama. El resultado es una serie impecablemente narrada, soberbiamente ambientada, irresistible.
Los personajes tienen la característica a mi juicio primordial que proporciona un buen guionista: una voz. Algo que proporciona coherencia y valor a todo lo que se mueve a su alrededor, independientemente de que ello sea banal o cotidiano. Tal vez el personaje más tópico sea el protagonista, Jimmy McNulty: brillante detective de Homicidios, tenaz e inteligente, lo empaña con un carácter insubordinado y disperso. A su lado hay otra excelente detective. esta vez de Narcóticos, Kima, fundamental para seguir el caso. El brillante y degradado detective Freamon, una resabiada versión de McNulty. El estúpido policía pero útil oficinista Pryzbylewski. Y en las calles tenemos al hábil Avon Barksdale, al inteligente y calculador Stringer, a los dubitativos D'Angelo y Wallace. El ambiente de los yonkis se nos hace palpable mediante el inteligente y escurridizo Bubbles. ¿Y qué decir del pistolero homosexual Omar? Tierno y valiente a la vez, tararea una pegadiza melodía cuando va a matar a alguien, un auténtico personaje de Sergio Leone.
Mención aparte merece el profundo conocimiento del terreno que demuestran sus dos guionistas, David Simon y Edward Burns. Simon cubrió los sucesos para The Baltimore Sun durante trece años, es decir, ha escuchado y narrado relatos de las calles de la ciudad durante toda su vida profesional. Por su parte, Burns era detective de homicidios. Los resultados de la interacción de esta extraña pareja no podían ser más estimulantes. Las costumbres de los narcotraficantes, su sistema hábilmente planificado para diversificar el trabajo, las luchas y rencillas con bandas rivales, la habilidad de los jefes para dirigirlo todo sin comprometerse en nada, la persecución de los soplones. El obsesivo y agotador trabajo de los detctives, las rencillas interdepartamentales, la castradora cadena de mando que supedita el trabajo policial a las ambiciones de los superiores con ganas de medrar. La codicia e influencia de los políticos, su connivencia con el crimen organizado a través de las donaciones (recordemos que el dinero no huele), sus presiones a los jefes de la policía para cortar de raíz cualquier investigación perjudicial para sus intereses. Todo ello se narra morosamente y con conocimiento de causa en The Wire.
La series es considerada una de las mejores (si no la mejor) de la historia de la televisión. Escuchemos lo que dice Alan Moore:
Entertainment Weekly: ¿Nunca se relaja y se limita a ver la tele?
Alan Moore: De manera selectiva, la mayoría en DVD. El pináculo de todo lo que he visto es The Wire. Es la obra televisiva más impresionante que nunca ha salido de America, probablemente la obra televisiva más importante, y punto.
Entertainment Weekly: Es un gran ejemplo de narrativa que lleva su tiempo.
Alan Moore: Por supuesto, ¡es televisión adulta! Es literaria. Llegamos a descubrir tantos variados aspectos diferentes de Baltimore, que logramos hacernos una imagen completa de la ciudad con todas sus implicaciones. Desde lo aleatorio, a los muchachos que se ocupan de los proyectos, las estructuras de poder con sus consejos de dirección, el departamento de policía o la oficina del gobernador. Y cuenta con unos escritores geniales: George Pelecanos y David Simon. Y tantos personajes increíbles: Bubbles, Omar. Así que, claro, todo lo demás parece una estupidez comparado con The Wire.
Alan Moore: Por supuesto, ¡es televisión adulta! Es literaria. Llegamos a descubrir tantos variados aspectos diferentes de Baltimore, que logramos hacernos una imagen completa de la ciudad con todas sus implicaciones. Desde lo aleatorio, a los muchachos que se ocupan de los proyectos, las estructuras de poder con sus consejos de dirección, el departamento de policía o la oficina del gobernador. Y cuenta con unos escritores geniales: George Pelecanos y David Simon. Y tantos personajes increíbles: Bubbles, Omar. Así que, claro, todo lo demás parece una estupidez comparado con The Wire.
Entertainment Weekly: ¿Qué le parece el final?
Alan Moore: Aún no lo hemos visto. Me muero de curiosidad… ¡Así que no me cuentes nada!
Una serie extraordinaria, aparca lo que tengas en espera y ponte a verla ya. Te iré informando de las siguientes temporadas.
Un abrazo,Una serie extraordinaria, aparca lo que tengas en espera y ponte a verla ya. Te iré informando de las siguientes temporadas.
Á.
Esta serie te marca, es un antes y un después. Qué personajes... me acuerdo del Griego... Brother Mouzone...
ResponderEliminarY el ex-poli blanco que pasa a trabajar con un abogado judío? Qué escena final...
¡No me cuentes más que sólo he visto dos temporadas! El cabrón del griego (que no era griego) ha salido por patas y el hermano Mouzon se está recuperando del tiro que le ha metido Omar... y pensando quién es el verdadero culpable.
ResponderEliminarSin duda, una serie que hace que las demás sean cartón piedra con sombras chinescas.
Por cierto, no se te perdona verlo doblado... Yo no soy uno de esos extremistas semipedantes de la VOS, pero si hay una serie para ser vista en versión original, es ésta. Se hace un doctorado en jerga de barrio afroamericano, y los distintos acentos de las distintas clases y grupos raciales... además de las voces en sí, que son cojonudas.
ResponderEliminarAhí sí que no tengo disculpa. En fin, la terminaré de ver en versión doblada y en un futuro no muy remoto la volveré a degustar, esta vez en versión original.
ResponderEliminarEscuchar a los negros desbarrar en su idioma no debe de tener precio...