sábado, 29 de noviembre de 2008

Crear la ley: “Appaloosa”


Ayer fui a ver Appaloosa, un western dirigido y protagonizado por Ed Harris. Desde el comienzo se encuentran los elementos que nos cautivan de las películas del género: tiroteos, los vastos espacios americanos, unos pacificadores que han de imponer la ley… Y una pareja protagonista extraordinaria: Ed Harris y Viggo Mortensen; sólo por ellos merecería verse la película. Hay algunos actores que imprimen carácter a todo lo que interpretan, con gestos y miradas dejan una perceptible marca de profundidad en el personaje. Se me ocurren ahora los nombres de Samuel L. Jackson o Ben Kingsley, y, por supuesto, Harris y Mortensen.

En un pequeño pueblo de Nuevo México, Appaloosa, un ranchero, Randall Bragg (Jeremy Irons), impone sus normas secundado por sus matones. Cuando asesina al sheriff y a sus dos ayudantes, las autoridades del pueblo contratan a dos famosos pistoleros, Virgil Cole y Everett Hitch (Harris y Mortensen), para que hagan respetar la ley. Cole toma la estrella de sheriff y busca la manera de encarcelar a Bragg.


La película entera me parece una extraordinaria parábola sobre la legalidad, sobre cómo se crea y se legitima el derecho. Al comienzo prevalece la ley del más fuerte: Bragg es el que controla las pistolas y, por tanto manda él, pero ese poder le es arrebatado por Cole. Hay una escena que me parece reveladora: cuando Cole y Hitch llegan al pueblo, Cole hace firmar un papel a las autoridades del mismo para que le concedan plenos poderes: a partir de ahí, su palabra es ley. Es similar a la figura del dictador perpetuo que había en la República romana: alguien que durante un tiempo acumula todos los poderes con el fin de acabar con un estado de excepción. Los métodos de Cole son similares a los de Bragg, fuerza contra fuerza. Pronto surge la pregunta: ¿quién vigila a los vigilantes? ¿Son ilegítimos los abusos de Bragg y sus lacayos pero no los de Cole y Everett? Lo que ocurre más tarde (no te destripo la peli) es un excelente ejemplo de cómo funciona una democracia, a base de amiguismos y tráfico de influencias. Pero los territorios del Oeste son una parte reciente de los Estados Unidos, y en ellos aún rige la ley de las pistolas.

El elemento romántico lo encarna Allison French (Renée Zellweger, vaya pus), una viuda que no tiene reparo en cambiar de hombre mientras la mantenga y proteja. Como “cabalgadura” (que dirían en Alatriste) de Mortensen aparece Ariadna Gil, al igual que la peli de nuestro querido capitán. Yo a este hombre ya no le imagino sin bigote y sin Ariadna Gil al lado.

Así que, como diría Cándida, mu bonita, vaís a vella.

Un saludo.

* * *

“Y todo esto quiere decir una cosa sobre todo: que Holocausto se está preparando en una o en muchas partes, e incluso que se está llevando a cabo, que no es historia, sino una peste que puede enfermarnos; que basta para ello que no queramos “saber” o nos dediquemos a poner tiestos con geranios, es decir, cortinas de humo y justificación, cortesía y “comprensión” con la violencia. Es suficiente con que aceptemos la violencia y el horror, el aplastamiento del hombre, en suma, una sola vez para que ya cualquier honorable “Fundación Hackenholdt” pueda enrolarnos como honorables miembros y convertirnos en el doctor. Ninguno de nosotros está libre del contagio.” JOSÉ JIMÉNEZ LOZANO, Ni venta, ni alquilaje.


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