jueves, 19 de mayo de 2011

TVnovelas

La editorial Errata Naturae lleva publicados varios libros sobre el arte narrativa fundamental de nuestros días: las series de televisión. Desde que la televisión se convirtió en el mueble fundamental de cualquier hogar, la oferta de programación ha mutado haciéndose eco de las nuevas tendencias y los cambios sociales. Las series han evolucionado desde las producciones para toda la familia hasta una serie que marcó una línea divisoria: Twin Peaks. Por supuesto, la extraordinaria e irregular creación de Lynch y Frost no surgió de la nada. Ya antes series como Policías de Nueva York, Canción triste de Hill Street o Playas de China habían aportado complejidad y madurez a las tramas televisivas, allanando el camino para la explosión creativa que vendría unos años más tarde. Y dicha explosión se asocia con fuerza a una cadena que lleva años apostándolo todo a la calidad y la exigencia: HBO. Dos series ya clásicas como Sexo en Nueva York y Los Soprano (salvando las distancias) rompieron muchos esquemas que constreñían la creatividad de guionistas y productores. 




Las mejores series de los últimos años casan felizmente dos artes que no siempre se llevan bien: el cine y la literatura. Todos hemos leído críticas de libros que "parecen estar escritos directamente para ser llevados al cine", o de películas con el lastre de ser "literarias". Pues bien, las teleseries ya clásicas como The Wire o Deadwood (otro logro de esta manera de hacer televisión: se puede hablar con seguridad y sin miedo a equivocarse de "clasicos" sobre series que terminaron hace apenas 5 años) logran una admirable síntesis de ambos modos, combinando los parlamentos shakespeareanos con los ángulos de cámara más extraños y estéticas cercanas al documental o al expresionismo. La mandíbula de la crítica se hinca con fuerza en el cuello de la realidad norteamericana y mira con fijeza las cuestiones más negras de la actualidad: el narcotráfico, la crisis económica, las tendencias totalizadoras del Estado y los abusos de poder, la desasistencia de las instituciones y la ignorancia de los políticos. Sin olvidar cuestiones más metafísicas y univesales como el paso del tiempo, la muerte, el sexo, el amor, la inseguridad, la fe o la amistad. 




Jorge Carrión hace un inteligente análisis de multitud de series (a las que llama con acierto "telenovelas", herederas de la mejor tradición novelística sin merma de la excelencia visual), entre las que se encuentran A dos metros bajo tierra, Breaking Bad, Dexter, Galáctica: Estrella de combate, Perdidos o el horroroso remake de V. Detecta puntos comunes entre ellas, como la fijación con la frontera entre EEUU y México y la feroz presencia del desierto y el tráfico de drogas, o la figura recurrente del coche y la carretera. Analiza varios finales que han dado mucho que hablar, como el brillante y perfectamente coherente con la trama de A dos metros bajo tierra, o los más polémicos de Los Soprano y Perdidos. Elogia la duración de las series, como las cincuenta y pico horas de The Wire, que permiten detenerse con morosidad en aspectos que una película sólo trataría tangencialmente. Además, dan pie a múltiples tramas y personajes, a detenerse o avanzar varios años del tirón, a tratar a los secundarios como protagonistas. En fin, un lujo.

Un libro muy ameno que repasa con finura y detalle lo más interesante de la producción televisiva actual. Pero ojo, ya que como advierte el autor al comienzo "este libro contiene millones de espoilers".

Teleshakespeare, de Jorge Carrión
225 págs
Errata Naturae

6 comentarios:

  1. Sin lugar a dudas The Sopranos y The Wire es lo mejor que he visto en TV. Si Dickens estuviera vivo escribiría para HBO.

    Gracias por revisar mi blog, lo tengo descuidadísimo, sobre todo porque leo lentamente los grandes libros, con paciencia de científico, veo cada detalle, como Lester Freamon hace sus piezas de madera, con la pasión de un relojero. Con la espina dorsal, diría Nabókov.

    Dejé por un tiempo los periódicos. Diario leo dos poemas, toco una hora de violín, hago uno o dos problemas matemáticos, leo un ensayo de Montaigne, y lo demás lo dedico a leer a Flabuert, su biografía, sus cartas, sus novelas, especialmente sus novelas. De verdad Flaubert es grandísimo, no es poca cosa su sencillez.

    Después de esto, quizá tres años, retornaré al arte de leer rápido. En la literatura es así, y más ahora. "Hay que beber océanos y luego mearlos"(Flaubert).

    El humor de Enrigue me fascina.

    Un abrazo estimadísimo Álvaro.

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  2. Jorge, qué bueno saber de ti. Eres uno de los agarraderos de este blog.

    Me hizo mucha gracia la pequeña polémica acerca de los clásicos. En ello mantengo cierta perspectiva "bloomiana": la excelencia es la excelencia, dígalo Agamenón o su porquero. Aunque los libros no se defienden solos y necesitan de continuas revisitaciones para comprobar que siguen tratando temas intemporales y que han envejecido bien. Y para guardarse de lo que Bloom llamaba "la escuela del resentimiento". Es difícl dirimir qué segurá leyéndose dentro de 100 años.

    Te recomiendo muy vivamente que te metas en "Deadwood" de cabeza, tal vez la serie con el personaje más shakespeareano: Al Swearengen, un villano extraordinariamente interpretado por Ian McShane.

    De verdad que no alcanzo a expresar lo que me admira tu método y tu constancia (muy flaubertianos, por cierto). A mí cada día me cuesta más centrarme en una sola cosa. A mi lado me mira amenazadoramente un volumen de Karl Löwith: "De Hegel a Nietzsche. La quiebra del pensamiento revolucionario en el s. XIX". El tema me apasiona pero son 500 páginas de letra apretada... Este fin de semana lo ataco.

    El gran Flaubert... cuánto se podría decir de ese gran "idiota". La semana que viene intentaré comentar el librito que le dedicó Maupassant.

    Espero leerte pronto de nuevo. Otro abrazo para ti.

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  3. Mi querido A:

    El librito que Periférica editó con apuntes de Maupassant es bonito y los escritos con mucho cariño.

    Deadwood, entonces

    Mi mente no es grande, mi memoria no es la de Simónides, mi vida no hará nada realmente bueno pasando de los 65 años. Así que ahora tengo poco tiempo para leer mucho. Por lógica busco sabiduría y no erudición. La erudición sea cual sea, es falsa.

    Tengo a Karl Löwith acomodado junto los filósofos alemanes. En dos años y medio el tiempo dedicado a leer sólo será para los filósofos alemanes. Porque todo lo que sé es fragmentario, como semillas desperdigadas sin orden, unas muy juntas de otras, otras sin conexión. Me dediqué un año a la Escuela de Fráncfort, y mi cuaderno tiene más de 60 páginas de dudas, relecturas, e investigaciones. Además el diccionario de alemán quedó hecho polvo, porque mi alemán es el de cursos con CD y escuela de lenguas.

    Es mi método, no sé si sea bueno o malo, pero es el que a mí me sirve. Quizá no pasen más de dos años y haya pensado que es imposible conocerlo todo, y me quede con Platón, con Tolstoi, con la Biblia y con Virgilio. Puede que sólo lea a San Agustín y a Kant, por afinidad de pensamiento. Puede que los complete con Karl Jaspers, o con Husserl.

    Por lo visto Tolstoi no necesitó ser tan sistemático en sus lecturas. Por lo menos no en sus años juveniles. Mann leía pocas cosas que no fueran alemanas o importantes. Seguramente nunca leyó a Hemingway. Borges no leía a sus contemporaneos. Flaubert amaba la antigüedad, y había aprendido tanto de ella. Cervantes tenía un sistema de lectura desordenado.

    Un abrazo.

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  4. El problema para mí es que unos libros te llevan a otros tan irresistiblemente que es difícil no ceder. Últimamente sólo he sido constante con los libros de Leonardo Sciascia, seguramente el mejor hallazgo que he hecho en bastante tiempo: lucidez, valentía, claridad... Libros como "Todo modo" o como "Negro sobre negro" son auténticos regalos para la inteligencia.

    Estoy a mitad de camino de "Un corazón inteligente", de Alain Finkielkraut (un pensador extraordinario) y tengo esperando el libro de Löwith y "Teología política", de Carl Schmitt. Además del post que acabo de hacer sobre el librito de Földenyi.

    Mi método (o falta de método) consiste más bien en una sutil red de interrelaciones entre los textos: la recomendación de un autor que me gusta me lleva a un libro que a su vez me lleva a otro... Es mi labor unir los puntos comunes, si los hubiere (y si soy capaz).

    Luego están los millones de cosas que me interesan y que me dispersan aún más, alejándome por fortuna de la figura del erudito para acercarme a la académicamente sospechosa del diletante: música, historia, filosofía judía, series, cine, cómics... En fin, un descontrol.

    Una pregunta: ¿has leído el último de Domínguez Michael: "La sabiduría sin promesa"? Tiene muy buena pinta.

    http://www.letraslibres.com/index.php?art=7094

    http://www.letraslibres.com/index.php?art=14041

    Por cierto, este disco que acaban de colgar en un blog es estupendo:

    http://passacaille.blogspot.com/2011/05/franz-liszt-totentanz.html

    Un abrazo.

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  5. Estimado Álvaro:

    Del gran Sciascia, me parecen buenos Las parroquias de Regalpetra, La bruja y el capitán, Todo modo, El contexto. Sin embargo no es el gran, gran autor. Me parece que es muy inteligente, muy lúcido, en libros en los que no es difícil serlo.

    De Domínguez Michael: no es el último libro. Fíjate que Domínguez es asombroso, he conocido a pocas personas que te dan la impresión de haberlo leído todo. Y él es una de ellas. Lo he visto algunas veces caminando por Coyoacán, o visitando la librería. He platicado con él, y es un gran placer. Parece que lo sabe todo, de todas las materias. Sin embargo, no por eso deja de ser muy desigual. El libro del que hablamos es bonito. En especial la parte de las Bildungsroman, confesando que la novela del s. XX que más le ha gustado es "La montaña mágica", algo que aplaudo, porque es la novela que más me ha maravillado. Sobre todo porque con ella aprendí a leer con paciencia.

    Te recomiendo leerlo, Domínguez es un muy buen crítico. Aunque a veces, quizá por dinero o por favores, diga que Roberto Bolaño vale tanto la pena.

    El libro que tengo me lo encontré en el asiento de un parque. Lo abrí y tenía un autógrafo cariñoso para Antonio Alatorre.

    http://es.wikipedia.org/wiki/Antonio_Alatorre


    Un abrazo

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  6. Me ha impresionado la figura de Sciascia porque aúna lo que pocos escritores: rigor estético y, lo que es más raro, ético. No me parece tan fácil su toma de postura porque exigía algo que no es fácil de ver ni de practicar (aunque es sencillo predicarlo): valentía. Ejemplaridad civil. Voluntad de desenmascar la poderosa red de intereses creados que sottovoce era llamada "mafia" (hablo en pasado porque me circunscribo a la vida del autor, muerto en 1989). Sí es cierto que nunca escribió lo que suele llamarse "obra de una vida", pero en los breves relatos que confeccionó creo que da la medida exacta de su inteligencia.

    Sobre el libro de Domínguez Michael, error mío: he confundido lo último de lo que tuve noticia con lo último publicado. Describes con exactitud mi impresión al leer sus artículos: que lo ha leído todo. Establece una agudísima relación entre puntos literarios aparentemente muy lejanos. Conoce la carta más recóndita del autor secundario del s. XVIII. Une teorías con hechos con una facilidad pasmosa. Me recuerda a otro escritor de una sabiduría y erudición impresionantes: Roberto Calasso.

    Intentaré hacerme con algo suyo pero veo que no está muy publicado en España. Te preguntaba por ese libro en concreto porque me habían parecido muy interesantes las reseñas. La literatura germánica y centroeuropea es un caudal de buena literatura. Hace poco se ha editado esto, que no veo la hora de echármelo a los ojos:

    http://www.acantilado.es/catalogo/la-antorcha-529.htm

    Mann me parece titánico, aunque creo que tiene un afán de "Enciclopedia" (es decir, de meter explicaciones de las más diversas cosas), de añadir y nunca quitar, que lastra un tanto sus libros. Ya leídas La montaña y Doktor Faustus, mi próximo objetivo es José y sus hermanos.

    Es un placer enorme charlar contigo de nuevo. Un abrazo!

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