viernes, 12 de noviembre de 2010

Los sueños de Gonzalo Suárez

Todo aquel que se acerque a la obra, tanto cinematográfica como literaria, de Gonzalo Suárez notará sin tardanza la abundancia de elementos oníricos y fantásticos en la narración, así como una marcada afición a los temas literarios. Desde el uso de personajes ya icónicos de la tradición literaria (Frankenstein, Don Juan) hasta los diálogos como parlamentos de personajes de teatro, Suárez usa con gusto su formación libresca para llevar a cabo libros y películas de una coherencia y originalidad envidiables. Estas características toman forma de manera ejemplar en la archirromántica Remando al viento, de la que hablé hace tiempo. Igual de fascinante es el irónico acercamiento al misterio de la creación literaria que practica en Epílogo.




Dos escritores, Ditirambo y Rocabruno, eran una pareja literaria perfecta hasta que algo los enemista. Pero el pragmático Ditirambo (José Sacristán) quiere restablecer la antigua sociedad, así que se acerca de nuevo al hostil Rocabruno (Paco Rabal), fuente de todas las historias. En cierta manera, ambos componen la cara y la cruz de la misma moneda: por un lado el lado solipsita y huraño del escritor encerrado consigo mismo; por otro, la necesidad de dar a conocer la obra propia y dejarla salir del cascarón para ver si se tiene en pie por ella misma. Ambos están enamorados de la misma mujer (una fantástica Charo López), la musa, la que sólo uno de los dos puede tener. Ambos escritores habrán de ceder algo para conseguir lo que anhelan.




En El hombre que soñaba demasiado encontramos otra mezcla característica de los elementos favoritos del autor. Por un lado, hay un relato soñado cercano a la literatura gótica y romántica pero siempre con ese toque de humor y ridículo que tanto bien le hace a las narraciones de Suárez. Por otro, Suárez hilvana un relato autobiográfico con diversos momentos de su vida, desde su infancia en Asturias, contada por un diario que escribió su padre, hasta el ajetreado rodaje de Remando al viento cerca del Polo Norte, pasando por su amistad con el inestable Sam Peckinpah. Una mirada muy personal al mundo del cine y la literatura.

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