Aunque en nuestra época es habitual que todo tipo de músicas suenen en cualquier ambiente, no siempre fue así. En el s. XVII la música se componía específicamente para cada ocasión. Así, J. S. Bach se ganaba la vida como compositor para la iglesia luterana, escribiendo música para todas las celebraciones litúrgicas. Las cantatas, motetes, pasiones etc. se interpretaban en la Iglesia de la que Bach era maestro cantor, cobrando un estipendio por ello. El arte musical se liga entonces a una concepción artesanal, al esfuerzo y la pericia en la consecución de una labor. Tenía además una naturaleza íntimamente caduca, ligada al tiempo cambiante de la liturgia. Sólo muchos años más tarde, con Mendelssohn estrenando de nuevo La Pasión según San Mateo, la música de Bach volvería a sonar para no abandonarnos nunca. De todo esto habla la bellísima película El silencio antes de Bach (2007), de Pere Portabella. En esta página puede descargarse y dejo a continuación el fragmento en el que un grupo de jóvenes interpreta en un vagón de metro el preludio de la Suite para cello Nº 1. El sonido de tantos violonchelos combinados es de una contemporaneidad asombrosa.
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