Mientras leía No es país para viejos, de Cormac McCarthy, maldecía por la continua intrusión de las imágenes de la película. Moss era Josh Brolin, Bell tenía la cara triste de Tommy Lee Jones y Chigurh se encarnaba con escalofriante eficacia en el cuerpo de Javier Bardem. Entiéndaseme, la película me parece estupenda. De hecho, es seguramente la película que más me ha gustado de los Coen (un tándem que no es para nada santo de mi devoción). Pero me duele muchísimo haberla visto antes de leer la novela.
De todas maneras, el conocimiento de la trama me ha permitido atender más a la estructura de la novela. Lo que queda apenas entrevisto en la película, McCarthy lo desarrolla más ampliamente. Cada capítulo se abre con el monólogo del sheriff Bell, un veterano de la II Guerra Mundial que observa el progresivo deterioro de la vida en las inmediaciones de la frontera. Las enormes fuerzas levantadas por el dinero movido por la droga crean unos estallidos de violencia y salvajismo impensables unos años antes. El tribalismo de los cárteles de la droga no se detiene ante nada a la hora de rendir beneficios.
Llewellyn Moss es un veterano de Vietnam que un día, mientras caza en el desierto, se encuentra una pintoresca escena: un intercambio de droga en el que casi todos los implicados han resultado muertos, excepto uno que está agonizando y otro que ha huido desierto adentro con el dinero de la compra. Moss le sigue el rastro y lo encuentra muerto a la sombra de un árbol. Dentro del maletín que portaba hay 2'3 millones de dólares. Moss se hace con él y se lo lleva a casa, pero por la noche se arrepiente de haber dejado al único superviviente muriéndose de sed y, aun sabiendo que es una estupidez, vuelve al lugar del tiroteo. Pero ya se le han adelantado: el cártel está vigilando el lugar y Moss consigue escapar a duras penas. Además, ahora tiene a un implacable asesino detrás suyo: Anton Chigurh.
La tenaz y fatal persecución es narrada con mano maestra por McCarthy. Las características habituales de sus personajes afloran en No es país para viejos: destreza manual, recursos con los que desenvolverse sin ayuda ajena, sequedad expresiva, determinación feroz... Moss y Chigurh podrían ser la cara y la cruz de una misma moneda: ambos fuertes y hábiles, pero mientras Moss es un hombre honrado que ha tenido la mala suerte de encontrar un maletín de dinero procedente del narcotráfico, Chigurh es un monstruo que acaba con todo aquel que se cruza en su camino. Moss demuestra gran inventiva y habilidad en la huida, pero su perseguidor es un profesional de la caza al que es imposible burlar. Todos aquellos que tienen algo que ver con Chigurh, ya sea clientes o encuentros casuales, acaban marcados. Cuando no muertos.
El sheriff Moss observa perplejo las huellas de una persecución de la que conoce al perseguido pero ignora todo del cazador, salvo su capacidad de matar y no dejar rastros. Aun sin encontrarse nunca cara a cara, Bell va marchitándose paulatinamente al paso de Chigurh. La arrolladora eficacia del asesino, a quien no consigue poner rostro ni nombre (varias veces le llama "el fantasma"), le evidencia el paso a una era nueva, una era de un nihilismo tan aplastante que sólo queda dejar que las nuevas generaciones sepan lidiar con ella. Así, Chigurh tiene un lugar de honor en la lista de bestias del mal que habitan la literatura de McCarthy. Un ser que apenas siente el dolor propio y desprecia el de los demás, guiado por una lógica demente pero férrea.
Una novela trepidante que yo propondría leer antes de ver la película (los que aún puedan), aunque si no tampoco tiene desperdicio. Una excelente puerta de entrada al universo de McCarthy. Para el que le interese, en el blog hermano Los privilegios de la vista encontramos el poema de Yeats del que se extrae el título.
No es país para viejos, de Cormac McCarthy
Traducción de Luis Murillo Fort
242 págs
Literatura Mondadori
Mondadori
No es país para viejos, de Cormac McCarthy
Traducción de Luis Murillo Fort
242 págs
Literatura Mondadori
Mondadori
Un vaso comunicante:
ResponderEliminarhttp://privilegiosdelavista.blogspot.com/2011/03/w-b-yeats-sailing-to-byzantium.html
Sigo con Mann: Terminé Carlota en Weimar, sigo con Alteza Real, y luego Fiorenza. En las noches noches, en mi escritorio leo Romanticismo, de Safranski, y le sigue "Schiller o la invención del idealismo alemán". Los fines de semana he estado leyendo a Rolf Wiggershaus, "La escuela de Fráncfort", por las influencias que tuvo Mann de ellos, sobre todo de Theodor W. Adorno, que por cierto tiene un librito maravilloso: Mínima moralia. Esta semana la dediqué a "Las afinidades electivas" de Goethe, y a un ensayo bonito de Walter Benjamin sobre este libro. Terminando de los romanticos alemanes, leeré "El concepto de crítica de arte en el Romanticismo alemán".
Cierto, se me olvidó enlazar el maravilloso poema de Yeats, gracias por completar el post.
ResponderEliminarLo último que lei de Mann fue Doktor Faustus y me pasó lo que con todas sus novelas: de momentos fulgurantes pasa a largas tiradas en las que parece querer rivalizar con una enciclopedia o un libro de texto. Me gustó mucho la biografía que le dedica Hermann Kurzke, muy recomendable. Y tengo ganas de releer la trilogía memorialística de un compatriota tuyo muy enrazizado en la cultura centroeuropea y eslava: Sergio Pitol.
Siempre me ha apasionado esa época del primer Romanticismo, mezclando los claroscuros de la Ilustración y la Revolución francesa con todo lo que vendría en los dos siglos siguientes. Un libro extraordinario, mezcla de ensayo, interpretación cultural y mucho más: "La ruina de Kasch", de Roberto Calasso.
Minima moralia es un libro extraordinario (y muy denso). Lei Las afinidades y el ensayo de Benjamin en el instituto. No entendí nada de ninguno de los dos (me convenció más Werther) pero, por supuesto, no me puedo fiar de mi criterio en esa época: urge una relectura.
Espero empezar mañana con Bajtin/Dostoievski como te prometí.
Un abrazo.
Sergio Pitol es, junto con Álvaro Enrigue, el único escritor mexicano vivo que vale la pena. Su trilogía es deliciosa. Tanto como la novela "El desfile del amor", un resultado muy prudente de la lectura de novelas policiales. La edición del FCE es mucho mejor que la de Anagrama.
ResponderEliminarPor cierto: he llegado a la conclusión que Herralde es un mafioso. Tengo más de 15 libros de su editorial, que me parecen "inmamables" por pésimos.
Te recomiendo "Hipotérmia" de Álvaro Enrigue, es un librito con muchas sorpresas. Lo más rescatable de la literatura Ipod.
Te olvidas de una escritora tanto o más personal que Pitol: Margo Glantz. Los libros suyos que he leído derrochan fuerza, inteligencia y un mundo narrativo de una novedad asombrosa, mezclando música y carnalidad magistralmente. Creo que en el blog he comentado algún libro suyo y espero dedicarle más espacio.
ResponderEliminarJaja, muy bueno lo del mafioso. Yo lo llamaría de otra manera: editor. Es decir, alguien que además de ofrecer cultura tiene que rendir beneficios o, en otras palabras, alguien que para mantener un Biblioteca Nabokov (envidia de todos los editores europeos) ha de ofrecer toda la puta mierda (o basura seria, en palabras de Vizinczey) que encuentra en los fondos internacionales. ¿Has leído esto? Tal vez dentro de poco le echemos de menos:
http://www.elpais.com/articulo/cultura/Herralde/vende/Anagrama/editorial/italiana/Feltrinelli/elpepicul/20101224elpepicul_4/Tes
Por cierto, ¿cuáles son esos inmamables? Sólo por curiosidad, jejeje.
De Pitol me gustó tanto su trilogía de libros de memorias /ensayo (reunidos por el mafioso en un único y cómodo volumen) que a los pocos meses me lancé a releerlo. Me quedo sobre todo con su buceo en las literaturas periféricas de Europa. A Enriquéz no lo conozco pero veo que el libro que mencionas está disponible en la biblioteca. Esta semana me hago con él.
Avanzo a buen paso con el libro de Bajtin (que me está gustando mucho) y veo que está editado esto, fuente de la célebre anécdota con Belinski, así que lo añado a mi lista (que ya es más larga que el listín telefónico del DF):
http://www.albaeditorial.es/php/sl.php?shop.showprod&numusr=7455%2F640589&lang=1&m=Eur&ref=97884-84285526&fldr=89