jueves, 8 de mayo de 2008

1 de septiembre de 1939

Faces along the bar
Cling to their average day:
The lights must never go out,
The music must always play,
All the conventions conspire
To make this fort assume

The furniture of home;
Lest we should see where we are,
Lost in a haunted wood,
Children afraid of the night
Who have never been happy or good.

Los rostros en la barra
se aferran a su jornada mediocre:
las luces no deben apagarse nunca,
la música siempre debe sonar,
todas las convenciones conspiran
para hacer que este fuerte adopte
el mobiliario del hogar;
no sea que veamos dónde estamos,
perdidos en un bosque encantado,
niños asustados de la noche
que nunca han sido buenos ni felices.


W. H. AUDEN: September 1, 1939 (fragmento, vv. 45-55. Traducción de Eduardo Iriarte).

Querido S.:

El 1 de septiembre de 1939 Alemania invade Polonia y comienza la Segunda Guerra Mundial. Nazis y comunistas se unen para despiezar un país entero y mostrar así la raíz idéntica de ambos movimientos, aunque buena parte de la izquierda occidental no se haya dado cuenta hasta hace bien poco (y algunos ni eso. De ahí viene la necesidad de libelos como Koba el temible).

Ese mismo año Auden escribe los 99 versos de 1 de septiembre de 1939. En este poema soberbio da cuenta de la barbarie que asola Europa y formula las causas que han conducido a semejante estado de cosas, las mismas razones de los males actuales y de todos los conflictos en general: el miedo y la intolerancia, el victimismo segregado por ellos (“el dolor que crea hábito”, dice Auden en otro espléndido verso), la poca autonomía personal fomentada por el cultivo de entretenimientos inanes, de la que derivan el hacinamiento de la turba y el culto al líder… Desgraciadamente, hay un cierto placer en ser “niños asustados de la noche”, es preferible que nos ofrezcan un refugio a tener que construirlo a la intemperie con piedras y hojas. El infantilismo nos hace buscar siempre culpables ajenos a nosotros, nos libera de toda responsabilidad. Un indicio de ello es el “psicologismo” que invade muchas obras de ficción. Los culpables son la sociedad, la familia, la propia mente… Uno nunca es responsable de sus actos, siempre obramos movidos por mil condicionantes externos que nos impiden ejercer libremente nuestra capacidad de juicio y, con ella, nuestras acciones.

El poema de Auden es un ejemplo de arte exigente , una obra para adultos, no para niños, que requiere esfuerzo y atención, cultura y sensibilidad. Como la toma de decisiones o la convivencia con el vecino, es decir, la democracia. Como todo lo que merece la pena.

Sigue con salud.

Á.

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