viernes, 28 de diciembre de 2012

Series del año: Don y Peggy en los 60's


SPOILERS de la 5ª temporada de Mad Men.

Mi idea de la felicidad para un futuro no muy remoto es sentarme a ver de nuevo Mad Men desde el principio. Sin prisas, atendiendo a los detalles con la perspectiva que da el conocer todo lo que viene después (Ay el tiempo! Ya todo se comprende, en verso de Gil de Biedma), disfrutando de las simetrías, de la ironía narrativa, de los cambios que ya no parecen tales. Compartiendo las miserias de varios personajes inolvidables en la que es, para mí, la mejor serie que se emite hoy día. Dentro de esta temporada 5ª ha habido varios capítulos extraordinarios (como el impactante y muy comentado "The Other Woman") entre los cuales me quedo, sin duda, con el 5x06, "Far Away Places" (preferencia que comparto con Carlos Reviriego).

Habría que remontarse al principio de los tiempos madmenianos para ponderar como se merece el cambio de cada personaje. El de la ambiciosa Peggy podría resumirse así: está consiguiendo lo que quiere, a saber, se está transformando en Don. Una metamorfosis no poco dolorosa. Entendámonos: Peggy quiere alcanzar el estatus profesional de Don (y, aunque el capítulo suponga un tropezón por arruinar la campaña de Heinz, la señorita Olson va por buen camino) pero ello conlleva una dependencia del trabajo que exaspera el carácter de Peggy. Se levanta malhumorada y supersticiosa pensando sólo en su trabajo. Discute con su novio por ello, quien la acusa de sólo llamarle para actuar de válvula de escape. Ella es el hombre en la relación. Fuma y bebe en el trabajo. Busca escapadas sexuales furtivas en los cines. Pero a última hora necesita la ficción de un novio (Peggy es de otra generación que Don: lo que en éste es el matrimonio en ella es la pareja), un amago de estabilidad, y vuelve a llamar a Abe.

Hace poco se puso en circulación en Twitter el hashtag #momentosSeriépicos y entre ellos incluiría, sin duda, a Roger puesto de LSD. Roger es Don, sólo que una generación mayor, y creo que se puede hacer una proyección bastante fiable de la madurez de éste tan sólo atendiendo a los baches que va sorteando Mr Sterling. Casarse con la joven secretaria es un cliché en el que Roger cayó antes que Don y del que sale antes que él (el final de la temporada, con Don en cierta manera volviendo a la soltería de beber solo en los bares, anuncia una tormentosa separación en la siguiente, a mi parecer). El carácter cómico que ha ido adquiriendo Roger, con algunas de las líneas de diálogo más chispeantes de la serie, se compensa con una aceptación de la edad tardía gracias a, sorprendentemente, uno de los aspectos más característicos de la década: el viaje interior mediante alucinógenos. Roger sale de la experiencia con el LSD enriquecido y sereno.

Y queda Don. El desubicado Don. ¿O los desubicados somos nosotros al no verle borracho ligando en los bares? Me doy cuenta de mis inercias como espectador cuando compruebo que no acabo de admitir los cambios operados en Don. Tengo cierta idea predeterminada suya que me cuesta cambiar, y creo que no soy el único. Los guionistas juegan con ello (con nosotros) sobre todo el capítulo en que Don consuela a Joannie por su separación. La tensión sexual entre los dos siempre ha estado latente. ¿Hay alguien que no diese por supuesto que iban a acabar en la cama? Sin embargo, Don se comporta como un caballero y se va a casa borracho perdido... pero fiel. 

No se puede negar que Don ha perdido fuelle en su trabajo. Es lo que le reprocha Bert Cooper al final del capítulo que comento: se ha casado con una mujer joven y bella y pretende disfrutarla viviendo de las rentas, cuando la situación de la empresa dista de ser sólida. Don ha dejado a un lado el aspecto artístico y obsesivo de su trabajo, por lo que ya no precisa de las válvulas de escape que suponían las cogorzas y las aventuras extramatrimoniales. Puede centrarse en su mujer pero lo hace con un estilo de viejo playboy que paga para que su rubia tonta tenga una carrera y las mejores pieles. Y Megan ni es rubia ni es tonta ni quiere a Don por su dinero. De hecho, el viaje nostálgico en el que Don embarca a Megan (apartándola a disgusto de sus compañeros) se salda con una pelea épica y con la evidencia de la brecha de edad entre ambos. Don silba I Wanna Hold Your Hand pero se encuentra muy lejos de las coordenadas mentales de los años 60, encarnados en la música de los Beatles. Muy lejos de Megan y de Peggy e, incluso, de las lecciones que poco a poco aprende Roger.

Como acompañamiento de este artículo recomiendo, más que a los cansinos Beatles (sí, no los soporto, aunque I Wanna Hold Your Hand me encante) , la banda sonora de The Dreamers.


2 comentarios:

  1. Gran post, Álvaro. Completamente de acuerdo con lo que comentas de la evolución de Peggy, un personaje asombroso que de ser una paleta alelada (muy fuerte que no supiera que estaba embarazada) se haya convertido en una nueva Don. Así es. Sólo una petición: me he quedado con ganas de leer un poquito también sobre The Other Woman, mi favorito de esta temporada. A ver si te animas. Un saludo y buena entrada de año!

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    1. Venga, aceptado. Para esta semana escribo algo y cambiamos impresiones.

      Y estupenda The Hour. Ya tengo ganas de ponerme con la 2ª temporada.

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