martes, 24 de noviembre de 2009

Los forajidos

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Querido S.:

En los años 60, un grupo de facinerosos tales como Johnny Cash, Waylon Jennings o Willie Nelson editaron una serie de discos que reaccionaban contra el sonido oficial de la música country. Estos tipejos se autodenominaban "forajidos" (outlaws) y crearon el subgénero musical llamado outlaw country. Aun siendo un género rabiosamente americano y menos popular internacionalmente que el jazz o el rock, cuenta en su haber con unos cuantos músicos de raza que han compuesto auténticas joyas. Aquí te dejo unas cuantas para que te solaces con ellas. Me ha costado un huevo de pato encontrar algunos, así que espero algún agradecimiento. Escoria.

1. Waylon Jennings- Honky Tonk Heroes


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2. Willie Nelson- Red Headed Stranger

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3. David Allan Coe- The Mysterious Rhinestone Cowboy. Once Upon a Time


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4. Kris Kristofferson- 16 Biggest Hits

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domingo, 22 de noviembre de 2009

Beethoven en su gloria

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Querido S.:

Me entero por casualidad de que hoy 22 de noviembre, día de Santa Cecilia, es el Día de la Música. Así que aprovecho para compartir contigo una de las obras más impresionantes que se han compuesto: la Missa Solemnis, op. 123 de Ludwig Van Beethoven.

Desde que la escuché por primera vez, en la versión de Barenboim con la Chicago Symphony Orchestra, he procurado encontrar la versión perfecta que aunase el buen sonido, la solvente dirección de la orquesta y, sobre todo, la potencia y solidez del coro. Así he pasado por las versiones de Karajan, Solti, Bernstein o Gardiner, buenas en general pero que no acababan de satisfacerme. Hasta que encontré la (para mí) versión definitiva: la dirigida por Otto Klemperer. Aunque este título es, por supuesto, provisonal y condicionado al hallazgo de una versión mejor. Mi siguiente objetivo es la interpretación de Karl Böhm.

Perteneciente a la última etapa de Beethoven, la de esa sordera prodigiosa en la que compuso las últimas sonatas para piano, los últimos cuartetos de cuerda y la 9ª Sinfonía, la Missa Solemnis refleja la particular religiosidad de Beethoven, un cristianismo poco ortodoxo mezclado con algunas corrientes ideológicas provinientes de la Ilustración. La colosalidad de esta misa la hace irrepresentable en una iglesia. La espectacularidad y el dramatismo del compositor están bien presentes, como puede verse en el soberbio Gloria. La crítica juzgó blasfema esta parte porque alababa demasiado alto al Señor, y es que Beethoven subió el tono del coro para ponerlo a la altura de la música. Escuchando esto uno casi llega a creer en dios. Casi.



Aquí tienes los enlaces para descargar (parte 1 y parte 2), tomados del interesante blog Aliomodo. En dicho blog encontrarás la contraseña para extraer los archivos. Con esto y un abrazo me despido.

Á.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Adèle y el cinematógrafo

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Querido S.:

Llevo tiempo queriendo hablarte de uno de los historietistas más excelsos que hoy día continúan en activo: Jacques Tardi (1946). Pensaba empezar por sus excelentes adaptaciones de las novelas policíacas de Léo Malet y su detective ex-anarquista, Nestor Burma, una puntillosa y sugestiva recreación de lugares y ambientes parisinos. Te remito para ello a un artículo de Álvaro Pons que expresa lo que quiero decir mejor de lo que se me alcanza. Pero se ha cruzado en mi camino el que resulta ser el más potente popularizador del cómic actualmente: el cine. Y es que el bueno de Luc Besson está rodando la adaptación de otra de las obras emblemáticas de Tardi: Las extraordinarias aventuras de Adèle Blanc-Sec.


Adèle es una jovencita un tanto pesimista y arisca, metida a detective. En los casos que investiga siempre hay un componente sobrenatural o paracientífico que además rueda de una aventura a otra. Ambientada a comienzos del s. XX, Tardi da rienda suelta a su admiración por la literatura folletinesca (ya desde el mismo título) y por escritores como Julio Verne y H. G. Wells. Los monstruos prehistóricos, las momias o las sectas son algunos de los enemigos con los que ha de medirse Adèle. Sin olvidar, por supuesto, al infaltable científico loco.


Esperemos que el estreno de la película dé un impulso a la obra original y veamos pronto una nueva y necesaria edición española. Aquí te dejo los enlaces (parte 1 y parte 2), tomados de aquí, de la edición que publicó Norma hace la vida. Por otro lado, aquí puedes ver las primeras imágenes del rodaje y más arriba te endoso el cartel promocional de la película. La elegida para el papel es la guapísima Louise Bourgoin. Esperaremos impacientes. Con esto y la interpretación de Papillons, de Robert Schumann a cargo de Nelson Freire, te dejo.




Un saludo,

Á.

martes, 17 de noviembre de 2009

El destape de las valquirias

En el siempre interesante blog de Santiago Navajas, Cine y política, descubro esta maravilla del marketing perpetrada por nuestros colegas nórdicos. Para que nadie les acuse de machismo, en el enlace se puede encontrar también una versión dirigida a las mujeres.


Fleggaard from Woodpecker Film on Vimeo.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Discazos: "With A Little Help From My Friends", de Joe Cocker

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El primero y, sin duda, el mejor álbum de Joe Cocker. Editado en 1969, contiene la canción más famosa de Cocker (junto a You Can Leave Your Hat On): la versión del With A Little Help From My Friends de los Beatles, que da título al disco y que todos recordamos por ser la cabecera de la serie Aquellos maravillosos años. En ese mismo año, Cocker actuó en Woodstock con la desfasada que puedes ver en el vídeo de abajo. Un disco redondo y que no ha sido igualado en la larga carrera de Cocker. A destacar temazos como Bye Bye Blackbird o Marjorine. Más información acerca del disco aquí.


1. Feelin' Alright (Dave Mason)
2. Bye Bye Blackbird (Ray Henderson, Mort Dixon)
3. Change in Louise (Joe Cocker, Chris Stainton)
4. Marjorine (Joe Cocker, Chris Stainton)
5. Just Like a Woman (Bob Dylan)
6. Do I Still Figure in Your Life (Pete Dello)
7. Sandpaper Cadillac (Joe Cocker, Chris Stainton)
8. Don't Let Me Be Misunderstood (Gloria Caldwell, Sol Marcus, Bennie Benjamin)
9. With a Little Help from My Friends (Lennon/McCartney)
10. I Shall Be Released (Bob Dylan)




miércoles, 11 de noviembre de 2009

Variantes del cinismo

Risa en la oscuridad, de Vladimir Nabokov

Érase una vez un hombre llamado Albinus, que vivía en Berlín, Alemania. Era rico, respetable, feliz. Un día abandonó a su mujer por una amante joven: amó; no fue amado; y su vida acabó en un desastre.

Éste es el cuento, en suma, y podríamos haberlo dejado aquí si no fuera por el interés y el placer de narrarlo. Pues aunque basta el espacio de una lápida para contener, encuadernada en musgo, la versión abreviada de la vida de un hombre, los detalles siempre se agradecen.

Así comienza esta divertida, cruel y trágica novela. Y ciertamente los detalles no sólo se agradecen, sino que conforman el núcleo de todas las obras de Nabokov. En cualquier escena, cómica o trágica, en una descripción morosa o en un apunte casual, el autor ruso no deja de subrayar tal particularidad, de caracterizar a un personaje o una escena mediante un pormenor que subraya la carga patética de la situación. Aunque en esta novela no se alcanzan los extremos puntillistas de las grandes obras de la etapa norteamericana: Lolita, Pálido fuego o Ada, o el ardor.

La mirada lúcida e inmisericorde de Nabokov se posa en las miserias de unos personajes mediocres, estupidizados por sus pasiones. Albinus abandona mujer e hija debido a su amor desenfrenado por Margot. Le concede todos los caprichos, le tolera todos los abusos. Su pusilanimidad será cruelmente castigada. Margot es poco más que una adolescente que aprovecha su atractivo para salir de la miseria. Juega hábilmente con Albinus para exprimir lentamente su cartera mientras le es infiel con su primer amor, Rex. Éste es un dibujante cínico y astuto hasta llegar a la crueldad. Su frialdad en la última parte del libro es estremecedora. Aprovecha el lío de Albinus con Margot para sangrar a aquél mientras se beneficia a ésta. Me recuerda en algunos momentos al antipático Quilty de Lolita.

Un análisis penetrante de la pasión no correspondida, el cinismo, el ansia de medrar a toda costa. El corrosivo humor de Nabokov es causa suficiente para no perderse este libro.


La cultura de la queja. Trifulcas norteamericanas, de Robert Hughes

El crítico australiano Robert Hughes lanza una fuerte andanada contra uno de los males más perniciosos y a la vez rentables de la sociedad actual: el victimismo. Esa tendencia a buscar agravios, cuanto más remotos mejor, con los que obtener un rédito moral que otorga una especie de impunidad, o al menos una batería de privilegios que marcan distancia con el vecino. En España conocemos bien la peste de nacionalismos, regionalismos y cualquier tipo de particularismo que no se cansan de exigir reparaciones, deudas históricas, fueros, tratamientos preferentes y, en fin, todo tipo de concesiones que les alejen de un estatus similar a todos los ciudadanos del estado.

El libro se divide en tres partes, cada una con un objetivo propio. La primera ataca a la elite universitaria estadounidense, culpable de perpetrar la mayoría de eufemismos del lenguaje políticamente correcto. Con ello se pretende envolver con suaves sedas semánticas todos los males del mundo, evitando herir la susceptibilidad de nadie. Maquillar los problemas, no resolverlos. Pero el blanco principal lo constituye la derecha más intransigente del país, la cual utiliza un lenguaje enormemente agresivo para intentar sacar beneficios de la división de la sociedad. Hughes critica especialmente a los creyentes más fanáticos: los defensores de la familia tradicional en contra de los homosexuales y las otras posibilidades de familia, y los antiabortistas. La segunda parte se adentra en el proceloso mundo del multiculturalismo. Los negros, los asiáticos o las feministas pretenden separar la minoría ala que se adscriben en un compartimento estanco. Impresionante es la descripción del afrocentrismo: según esta corriente historicista, la civilización comenzó en un Egipto habitado por negros en el cual ya se habían inventado la batería, las matemáticas, el aeroplano… Me ha recordado mucho a los desvaríos que propone Jorge Oteiza en Qousque tandem…? (con bastante más gracia y capacidad poética, todo hay que decirlo), sólo que en vez de egipcio hay que poner vasco. En la tercera y última parte, en fin, Hughes se mete en el terreno de la política cultural, criticando la cerrazón y mojigatería a la hora de valorar la producción artística.

Un libro agudo y ameno. Como complemento, es muy recomendable La tentación de la inocencia, de Pascal Bruckner, en el que el filósofo galo relaciona el vicio del victimismo con su amigo favorito: el infantilismo, es decir la asunción de todos los derechos sin ninguna de sus obligaciones. Con esto y la Romanza del Concertino para guitarra y orquesta, de Salvador Bacarisse, célebre por aparecer no recuerdo si en las Olimpiadas de Barcelona o en la Expo de Sevilla, te dejo.





Un abrazo,

Á.

lunes, 9 de noviembre de 2009

El otro, el mismo Morricone

Querido S.:

La impresionante carrera musical de Ennio Morricone es conocida internacionalmente por una parte mínima de su producción: las bandas sonoras de los spaghetti-western de Sergio Leone y de otras películas célebres como La misión. El talento melódico y dramático del compositor se despliega en ellas de forma magistral, creando temas que no se desprenden jamás de la memoria. Pero hay otra faceta menos popular, pero sin duda tan propia como la anterior: una faceta más agresiva y rompedora, llena de ruidos y disonancias que fue recogida por los músicos John Zorn y Mike Patton en un álbum doble: Crime & Dissonance (2005). Una buena manera de adentrarse en una parte poco conocida de la inabarcable discografía de Morricone (casi 500 discos). Desde aquí puedes descargarlo.


En 2004 se editó un recopilatorio con los temas más "eróticos" del compositor italiano: So Sweet, So Sensual- Erotica Morricone. En esta página lo encontrarás junto a las versiones de We All Love Ennio Morricone.



La música de Morricone ha influido en multitud de músicos contemporáneos, dando pie a homenajes como el de John Zorn, The Big Gundown (1985), en el que el eclecticismo de Morricone se ve multiplicado por Zorn y sus compinches mezclando free jazz con músicas procedentes de todo el mundo. Gracias al blog un dia más, un disco más he descubierto un par de discos que Enrico Pieranunzi, Marc Johnson y Joey Baron han dedicado al compositor italiano: Play Morricone 1 & 2. En este excelente blog he encontrado ambos.

The Big Gundown.


Play Morricone.


Play Morricone 2.

Que los disfrutes y un abrazo,

Á.

jueves, 5 de noviembre de 2009

El libro de sueños

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Querido S.:

Los Balcanes han sido siempre una abigarrada confluencia de pueblos, lenguas, tradiciones, leyendas, religiones... Rodeados por griegos, eslavos, semitas, turcos y por todo aquel que surcase el Mediterráneo, los distintos pueblos balcánicos han guerreado tanto con los extranjeros como entre ellos, siendo la zona un polvorín de envidias, recores y agravios inmemoriales que han dado lugar, sólo en el s. XX, a dos contiendas que demostraron la fragilidad sobre la que se estaba construyendo Europa: la 1ª Guerra Mundial y la desintegración de Yugoslavia. Aunque de esa tupida historia también han surgido obras que traslucen un sincretismo atractivo y estimulante. Es el caso de una novela publicada en 1984, que mereció toda suerte de premios internacionales y un gran éxito de público: Diccionario jázaro, de Milorad Pavic.


Un pueblo nómada se asienta en el s. VII en las riberas del mar Caspio y levanta una gran civilización: los jázaros. Las crónicas cuentan que se convirtieron a una de las tres grandes religiones: los cristianos dicen que al cristianismo, los musulmanes replican que al Islam y los judíos hacen lo propio con la fe de Moisés. El soberano jázaro manda que un delegado de cada religión acuda a la corte para polemizar con los otros. El que dé las mejores razones obtendrá la conversión de los jázaros a su religión. Es la llamada polémica jázara, que tres personajes, un cristiano, un musulmán y un judío, intentarán dilucidar en el s. XVII. Los resultados de sus investigaciones serán recogidas por un tal Daubmamnus en el Diccionario jázaro, cuyas vicisitudes editoriales serán investigadas, a su vez, por otros tres personajes ya en el s. XX. Todos estos personajes están interrelacionados, cruzando tiempos y lugares, en sueños.

Al barroquismo del argumento y de la expresión verbal se suma la complejidad de la estructura, deudora de las teorías de la obra abierta, en las que el autor tiene un especial protagonismo al poder elegir el orden de lectura de la obra. Así, el Diccionario jázaro hace honor a su nombre al estar construido mediante voces, como un diccionario cualquiera, a su vez agrupadas según la confesión que haya realizado la definición (judía, árabe o cristiana). De esa manera el libro puede leerse en el orden habitual, de principio a fin, o alternado las religiones, leyendo primero las voces que se repiten etc. Para más inri, el libro se editó de dos maneras, como Ejemplar masculino y como Ejemplar femenino, los cuales se diferencian tan sólo en unas líneas.


Pavic realiza una enorme proeza imaginativa y verbal, magnífico reflejo de la diversidad de tradiciones sobre la que se fundaban los pueblos balcánicos. Por ello es paradójico que su autor se convirtiese posteriormente en uno de los voceros del nacionalismo serbio que tanta destrucción causó en la zona. Hay una impresionante escena, al final del Diccionario jázaro, en la que un niño europeo dispara a un estudioso egipcio por "odio a la democracia". El pasaje es sobrecogedor y contrasta tanto con el resto de la novela que parece una anticipación de la guerra civil que se desencadenaría después (recordemos que la novela es de 1984).

Una novela muy recomendable y que depara enormes goces. Dale goma pero ya. Con esto y la Gran fuga, de Beethoven, te dejo.


Un abrazo,

Á.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Lunes y risas

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Para empezar la semana echándose un kg de risas, ahí va una de mis escenas favoritas de la genial Sopa de ganso: Groucho se enfrenta a su propio reflejo.