Querido S.:
Los Balcanes han sido siempre una abigarrada confluencia de pueblos, lenguas, tradiciones, leyendas, religiones... Rodeados por griegos, eslavos, semitas, turcos y por todo aquel que surcase el Mediterráneo, los distintos pueblos balcánicos han guerreado tanto con los extranjeros como entre ellos, siendo la zona un polvorín de envidias, recores y agravios inmemoriales que han dado lugar, sólo en el s. XX, a dos contiendas que demostraron la fragilidad sobre la que se estaba construyendo Europa: la 1ª Guerra Mundial y la desintegración de Yugoslavia. Aunque de esa tupida historia también han surgido obras que traslucen un sincretismo atractivo y estimulante. Es el caso de una novela publicada en 1984, que mereció toda suerte de premios internacionales y un gran éxito de público: Diccionario jázaro, de Milorad Pavic.
Un pueblo nómada se asienta en el s. VII en las riberas del mar Caspio y levanta una gran civilización: los jázaros. Las crónicas cuentan que se convirtieron a una de las tres grandes religiones: los cristianos dicen que al cristianismo, los musulmanes replican que al Islam y los judíos hacen lo propio con la fe de Moisés. El soberano jázaro manda que un delegado de cada religión acuda a la corte para polemizar con los otros. El que dé las mejores razones obtendrá la conversión de los jázaros a su religión. Es la llamada polémica jázara, que tres personajes, un cristiano, un musulmán y un judío, intentarán dilucidar en el s. XVII. Los resultados de sus investigaciones serán recogidas por un tal Daubmamnus en el Diccionario jázaro, cuyas vicisitudes editoriales serán investigadas, a su vez, por otros tres personajes ya en el s. XX. Todos estos personajes están interrelacionados, cruzando tiempos y lugares, en sueños.
Al barroquismo del argumento y de la expresión verbal se suma la complejidad de la estructura, deudora de las teorías de la obra abierta, en las que el autor tiene un especial protagonismo al poder elegir el orden de lectura de la obra. Así, el Diccionario jázaro hace honor a su nombre al estar construido mediante voces, como un diccionario cualquiera, a su vez agrupadas según la confesión que haya realizado la definición (judía, árabe o cristiana). De esa manera el libro puede leerse en el orden habitual, de principio a fin, o alternado las religiones, leyendo primero las voces que se repiten etc. Para más inri, el libro se editó de dos maneras, como Ejemplar masculino y como Ejemplar femenino, los cuales se diferencian tan sólo en unas líneas.
Pavic realiza una enorme proeza imaginativa y verbal, magnífico reflejo de la diversidad de tradiciones sobre la que se fundaban los pueblos balcánicos. Por ello es paradójico que su autor se convirtiese posteriormente en uno de los voceros del nacionalismo serbio que tanta destrucción causó en la zona. Hay una impresionante escena, al final del Diccionario jázaro, en la que un niño europeo dispara a un estudioso egipcio por "odio a la democracia". El pasaje es sobrecogedor y contrasta tanto con el resto de la novela que parece una anticipación de la guerra civil que se desencadenaría después (recordemos que la novela es de 1984).
Una novela muy recomendable y que depara enormes goces. Dale goma pero ya. Con esto y la Gran fuga, de Beethoven, te dejo.
Los Balcanes han sido siempre una abigarrada confluencia de pueblos, lenguas, tradiciones, leyendas, religiones... Rodeados por griegos, eslavos, semitas, turcos y por todo aquel que surcase el Mediterráneo, los distintos pueblos balcánicos han guerreado tanto con los extranjeros como entre ellos, siendo la zona un polvorín de envidias, recores y agravios inmemoriales que han dado lugar, sólo en el s. XX, a dos contiendas que demostraron la fragilidad sobre la que se estaba construyendo Europa: la 1ª Guerra Mundial y la desintegración de Yugoslavia. Aunque de esa tupida historia también han surgido obras que traslucen un sincretismo atractivo y estimulante. Es el caso de una novela publicada en 1984, que mereció toda suerte de premios internacionales y un gran éxito de público: Diccionario jázaro, de Milorad Pavic.
Un pueblo nómada se asienta en el s. VII en las riberas del mar Caspio y levanta una gran civilización: los jázaros. Las crónicas cuentan que se convirtieron a una de las tres grandes religiones: los cristianos dicen que al cristianismo, los musulmanes replican que al Islam y los judíos hacen lo propio con la fe de Moisés. El soberano jázaro manda que un delegado de cada religión acuda a la corte para polemizar con los otros. El que dé las mejores razones obtendrá la conversión de los jázaros a su religión. Es la llamada polémica jázara, que tres personajes, un cristiano, un musulmán y un judío, intentarán dilucidar en el s. XVII. Los resultados de sus investigaciones serán recogidas por un tal Daubmamnus en el Diccionario jázaro, cuyas vicisitudes editoriales serán investigadas, a su vez, por otros tres personajes ya en el s. XX. Todos estos personajes están interrelacionados, cruzando tiempos y lugares, en sueños.
Al barroquismo del argumento y de la expresión verbal se suma la complejidad de la estructura, deudora de las teorías de la obra abierta, en las que el autor tiene un especial protagonismo al poder elegir el orden de lectura de la obra. Así, el Diccionario jázaro hace honor a su nombre al estar construido mediante voces, como un diccionario cualquiera, a su vez agrupadas según la confesión que haya realizado la definición (judía, árabe o cristiana). De esa manera el libro puede leerse en el orden habitual, de principio a fin, o alternado las religiones, leyendo primero las voces que se repiten etc. Para más inri, el libro se editó de dos maneras, como Ejemplar masculino y como Ejemplar femenino, los cuales se diferencian tan sólo en unas líneas.
Pavic realiza una enorme proeza imaginativa y verbal, magnífico reflejo de la diversidad de tradiciones sobre la que se fundaban los pueblos balcánicos. Por ello es paradójico que su autor se convirtiese posteriormente en uno de los voceros del nacionalismo serbio que tanta destrucción causó en la zona. Hay una impresionante escena, al final del Diccionario jázaro, en la que un niño europeo dispara a un estudioso egipcio por "odio a la democracia". El pasaje es sobrecogedor y contrasta tanto con el resto de la novela que parece una anticipación de la guerra civil que se desencadenaría después (recordemos que la novela es de 1984).
Una novela muy recomendable y que depara enormes goces. Dale goma pero ya. Con esto y la Gran fuga, de Beethoven, te dejo.
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