Querido S.:
Como sabes, la figura de Noam Chomsky es ampliamente conocida por sus contundentes opiniones (y más en Estados Unidos) sobre la política exterior norteamericana y sobre variados conflictos internacionales, con especial atención al drama palestino-israelí. Hace poco fue noticia la prohibición de pisar suelo israelí para dar una charla, en otra patada de Israel a su imagen pública. Chomsky es otro ejemplo (hay muchísimos) de persona lucidísima y muy brillante en un campo (la lingüística) que, a su vez, es un cenutrio políticamente. Es conmovedora la obstinación con la que califica de terrorismo de Estado cualquier acto estadounidense a la vez que se deleita con la muy variada violencia tercermundista (desde su asiento en el Massachussetts Institute of Tecnology, por supuesto). Ahora ofrece autorizados argumentos a los perroflautas desde el diario Público.
Pero me estoy dejando llevar por el rechazo que me provocan algunas de sus intervenciones. De lo que quiero hablarte es de su faceta más importante y menos conocida públicamente: la de científico. Chomsky es uno de los más penetrantes investigadores de la naturaleza humana a través de una disciplina que revolucionó totalmente: la lingüística. Desde el comienzo de su carrera, polemizó con las corrientes que postulaban una naturaleza humana determinada por las condiciones externas. Por contra, Chomsky defendía el componente fundamental que suponía la libertad en todo ser humano a través de algo tan obvio como ignorado: la creatividad lingüística que exhibe toda persona desde la niñez. Este componente libertario viene arropado por una tradición que se remonta al siglo XVII, concretamente a la obra genial de René Descartes. Esta búsqueda de ascendencia intelectual es lo que cuenta Chomsky en Lingüística cartesiana. Un capítulo de la historia del pensamiento racionalista.
En la obra del filósofo francés se hacen algunas observaciones respecto al lenguaje que varios siglos más tarde serán desarrolladas por los investigadores de la gramática generativa. La primera y fundamental tiene que ver con la faceta creativa del lenguaje. Cuando aprende a hablar, un niño puede hacer frente a una infinidad de situaciones potenciales con unos recursos limitados, esto es, las reglas gramaticales. A pesar de ser situaciones completamente nuevas, el niño se defiende en ellas a la perfección; no repite unos parámetros adquiridos sino que en ese mismo momento crea su reacción. Estas reflexiones acotan la libertad fundamental del ser humano y serán la piedra angular de todo el pensamiento político de Chomsky. Con ilustres predecesores como Humboldt, Chomsky defiende el derecho de todo ser humano a crecer y desarrollarse libremente, sin abusivas injerencias por parte del Estado.
Descartes aplica su dualismo también al lenguaje. Así, hay una parte física y superficial del lenguaje (el cuerpo) y una parte honda y determinante que es la realmente importante (el alma). En el lenguaje chomskiano, ambas partes corresponden a la estructura superficial y a la estructura profunda del lenguaje, respectivamente. La estructura profunda es universal: un conjunto de reglas mediante las cuales surgen las múltiples lenguas humanas, diferentes en apariencia pero todas con una base común. Este universalismo emparenta la gramática generativa con los mejores proyectos de la Ilustración: los que defienden una humanidad común más allá de la tierra natal o el "genio de las lenguas". Para explicar esta tendencia humana hacia el lenguaje, Descartes echa mano de su teoría de las ideas innatas (hoy lo llamamos genética). Así, ciertas estructuras de la mente propician una rápida y competente apropiación del lenguaje, sin importar qué idioma sea.
Apasionante recorrido por los antecedentes que dan pie a todo el humanismo chomskiano y a buena parte de la mejor tradición científica actual. Dentro de los trabajos especializados de este autor, Lingüística cartesiana es de los más asequibles.
Noam Chomsky, Lingüística cartesiana. Un capítulo de la historia del pensamiento racionalista
Versión española de Enrique WulffPero me estoy dejando llevar por el rechazo que me provocan algunas de sus intervenciones. De lo que quiero hablarte es de su faceta más importante y menos conocida públicamente: la de científico. Chomsky es uno de los más penetrantes investigadores de la naturaleza humana a través de una disciplina que revolucionó totalmente: la lingüística. Desde el comienzo de su carrera, polemizó con las corrientes que postulaban una naturaleza humana determinada por las condiciones externas. Por contra, Chomsky defendía el componente fundamental que suponía la libertad en todo ser humano a través de algo tan obvio como ignorado: la creatividad lingüística que exhibe toda persona desde la niñez. Este componente libertario viene arropado por una tradición que se remonta al siglo XVII, concretamente a la obra genial de René Descartes. Esta búsqueda de ascendencia intelectual es lo que cuenta Chomsky en Lingüística cartesiana. Un capítulo de la historia del pensamiento racionalista.
En la obra del filósofo francés se hacen algunas observaciones respecto al lenguaje que varios siglos más tarde serán desarrolladas por los investigadores de la gramática generativa. La primera y fundamental tiene que ver con la faceta creativa del lenguaje. Cuando aprende a hablar, un niño puede hacer frente a una infinidad de situaciones potenciales con unos recursos limitados, esto es, las reglas gramaticales. A pesar de ser situaciones completamente nuevas, el niño se defiende en ellas a la perfección; no repite unos parámetros adquiridos sino que en ese mismo momento crea su reacción. Estas reflexiones acotan la libertad fundamental del ser humano y serán la piedra angular de todo el pensamiento político de Chomsky. Con ilustres predecesores como Humboldt, Chomsky defiende el derecho de todo ser humano a crecer y desarrollarse libremente, sin abusivas injerencias por parte del Estado.
Descartes aplica su dualismo también al lenguaje. Así, hay una parte física y superficial del lenguaje (el cuerpo) y una parte honda y determinante que es la realmente importante (el alma). En el lenguaje chomskiano, ambas partes corresponden a la estructura superficial y a la estructura profunda del lenguaje, respectivamente. La estructura profunda es universal: un conjunto de reglas mediante las cuales surgen las múltiples lenguas humanas, diferentes en apariencia pero todas con una base común. Este universalismo emparenta la gramática generativa con los mejores proyectos de la Ilustración: los que defienden una humanidad común más allá de la tierra natal o el "genio de las lenguas". Para explicar esta tendencia humana hacia el lenguaje, Descartes echa mano de su teoría de las ideas innatas (hoy lo llamamos genética). Así, ciertas estructuras de la mente propician una rápida y competente apropiación del lenguaje, sin importar qué idioma sea.
Apasionante recorrido por los antecedentes que dan pie a todo el humanismo chomskiano y a buena parte de la mejor tradición científica actual. Dentro de los trabajos especializados de este autor, Lingüística cartesiana es de los más asequibles.
Noam Chomsky, Lingüística cartesiana. Un capítulo de la historia del pensamiento racionalista
160 páginas
Nueva Biblioteca Románica Hispánica
Editorial Gredos
Muy interesante. ¿Entonces Chomsky toma las aportaciones de René Descartes para realizar sus propios estudios?
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