miércoles, 17 de febrero de 2010

Destruir y crear mundos

a
Querido S.:

El mundo literario de Rodrigo Fresán siempre ha tenido algo de la iluminación enrarecida de las viejas series de ciencia-ficción. Los verborreicos discursos de sus protagonistas dan vueltas a ideas extrañas, asociaciones de ideas más extrañas aún, metáforas encadenadas, música de Bob Dylan o de los Beatles, el monolito de 2001, Una odisea en el espacio, chicas zambulléndose en piscinas de noche, un pueblo que se llama Canciones Tristes. La última novela de Fresán, El fondo del cielo, es un viaje por el lado más alucinante y friki (no se puede separar una cosa de la otra) de la sci-fi.


Isaac Goldman y Ezra Leventhal son dos chavales neoyorquinos fascinados por la ciencia-ficción. Junto con otros pajilleros de Manhattan, asisten a las primeras convenciones de aficionados, adolescentes inadaptados como ellos que inventan toda suerte de historias extravagantes. Las chicas no abundan en ese ambiente, pero un día se presenta una joven parecida a un ángel. En el libro sólo se la conoce como Ella. Isaac y Ezra se enamoran locamente de ella pero un día ella desaparece. Se pasarán la vida acordándose de ella.

Éste es muy muy muy esquemáticamente el argumento "tradicional" de la novela. Tienes que leerla para disfrutar de la cantidad de anécdotas, historias extrañas, teorías estrafalarias etc. que la pueblan. La descripción de las primeras convenciones de ciencia ficción, entre entusiastas y patéticas, no puede leerse sin una sonrisa. De una manera u otra se repasan los grandes tópicos del género: la vida extraterrestre, el científico loco, los futuros alternativos... Grandes acontecimientos como la guerra de Irak y el atentado del 11-s se incluyen hábilmente en la trama.



De lo cómico la novela va adentrándose progresivamente en lo fantástico, aunque el tema central está volcado más al pasado que al futuro: la nostalgia. La imposible recuperación de los momentos en que fuimos felices o creimos serlo. Una creencia que envenena el tiempo posterior e impide disfrutarlo.

Una excelente novela que te engancha desde el comienzo. Como complemento te incluyo el último capítulo que he visto de The Big Bang Theory, gran serie que te recomiendo aunque sólo sea por ver al Dr. Sheldon Cooper, absolutamente inmenso.



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