sábado, 21 de enero de 2012

"Diarios", de Iñaki Uriarte: el hombre sereno


Tras leer la fervorosa recomendación de Manuel Jabois, me lancé a la busca de los Diarios de Iñaki Uriarte. Hallado y leído el libro (especifico: la primera parte, comprendiendo los años 1999-2003) me hallo en un estado de placidez post-coitum (iba a escribir "felicidad", pero se me ocurre que tal vez sea más apropiado denominar así a lo que se siente durante el acto y que, por tanto, a lo de después hay que etiquetarlo de otra manera; porque si la felicidad viene después, ¿cómo llamamos a lo anterior? Interrogaciones dignas de Mairena) a causa de los rasgos del carácter del autor que dejan adivinar estas anotaciones: la defensa de la pereza y de la improductividad (el poco practicado concepto griego de ocio); la relectura constante de algunos autores, especialmente franceses; la tenaz vocación de soledad, de restringirse a un pequeño mundo:

María dice que yo no conozco a tontos. Y algo de razón tiene. Es una de las ventajas y de los inconvenientes de no trabajar y de relacionarme sólo con quien quiero (pág. 87)

Y es que, desde el comienzo, se dejan notar los modestos pero firmes límites con los que Uriarte se planta ante el mundo y habita un pequeño espacio a su antojo, o casi, con las personas, animales y libros que le hacen la vida feliz. No quiero dar la impresión de que hablo de un eremita: Uriarte también participa en el circo literario presentando los libros de sus amigos (y, según nos dice, debe de hablar bastante bien en público, pues suelen felicitarlo) o asistiendo a alguna escena entre cómica y grotesca: Juaristi, de Prada o Pérez-Reverte protagonizan jugosas anécdotas, además de otros a los que el autor prefiere no identificar. Pero siempre parece moverse en un ambiente reducido y familiar, como sin salir del barrio. Con toda clase de vecinos:

"El otro día te saludé y tú no me saludaste", fue lo primero que me dijo. "Sí, en la Gran Vía", le contesté sin pensar, como hago a menudo (pág. 124)

"Es la persona más lúcida de Bilbao", me había dicho J. de él. Lo encontré por la calle. Estaba muy preocupado por su salud. "He tomado un jarabe de bebés para el dolor de cabeza, y como mi cerebro no es como el de un bebé, no sé qué me puede pasar ahora" (pág. 152)

La sencillez y la naturalidad son esenciales en Iñaki Uriarte, y eso es lo que busca en su estilo. Huye de la afectación y el alambicamiento, cortando y recortando y viendo en ello una mejora progresiva de lo escrito. Es difícil encontrar algo de más en esta prosa ajustada y limpia. La simpatía que despierta el autor se acrecienta cuando habla de sus relecturas predilectas, con Montaigne a la cabeza. Proust también aparece varias veces, pues "hay citas para todo en Proust", y se habla con un cariño familiar de Swann y de Francisca. Con un temblor de emoción menciona el gran libro de Bernardo Soares, a.k.a. Fernando Pessoa, Libro del desasosiego, que el autor leyó entre las lágrimas que ninguna novela consigue arrancar ("He llorado muchas veces en el cine, pero nunca leyendo una novela", pág 29). Y más de una vez cita al gran Rafael Sánchez Ferlosio, implacable diseccionador de los recovecos ideológicos del lenguaje, emparentado con Uriarte por cierto talante moralizador (a la francesa, claro está):

"Tú ya sabes que la gente siempre ve en los demás sus propios problemas- prosiguió ella" (pág 132)

No seas perezoso. Algo hay de bueno en el consejo. La actividad es a veces un lenitivo del dolor. Como una aspirina. Pero en esa recomendación hay sobre todo un imperativo: domestícate. (pág. 104)

Seguramente lo que menos nos guste a algunos, como señala Montano en su reseña del libro, es la crítica de algunos enemigos del nacionalismo como Juaristi o Azúa. Críticas motivadas no por oposición ideológica, ya que Uriarte no es nacionalista, sino por algunos excesos verbales que chirrían al oído del autor, poco amigo de los excesos. Aunque su izquierdismo sí que engendra alguna simpleza que recuerda a posteriores perlas zapateriles:

Derecha, inclinación por el fuerte. Izquierda, inclinación por el débil. (pág 154) 

Un libro inteligente y plagado del vicio fatal de razonar. Uno se queda con ganas de conocer al tipo que lo ha escrito, alguien discreto y observador, perezoso y epicúreo, para que me explique este sensacional método:

En 53 años no he conocido a nadie con mi sistema. Sin trabajar y con una renta pequeña. (pág. 43)


Iñaki Uriarte: Diarios. 1999-2003
184 págs
Pepitas de calabaza ed.

1 comentario:

  1. A mi me han encantado sus entradas: sereno, atrevido y sin gritar. Y, sobre todo, enamorado de los libros. Lo recomiendo.

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