La crítica literaria, tal como yo pretendo practicarla, es en primer lugar literaria, es decir, personal y apasionada. No es filosofía, política ni religión institucionalizada. En sus autores más poderosos -Johnson, Hazlitt, Charles Augustin Sainte-Beuve y Paul Valéry, entre otros- se trata de un tipo de literatura sapiencial y, por tanto, de una meditación sobre la vida. Sin embargo, cualquier distinción entre vida y literatura es engañosa. Para mí la literatura no es solo la mejor parte de la vida; es en sí misma la forma de la vida, y esta no tiene ninguna otra forma.
Harold Bloom, Anatomía de la influencia (pág. 18)
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