jueves, 10 de junio de 2010

Rimbaud en verso


Querido S.:

Aunque a él seguramente no le importase, pocos destinos literarios hay más deseables que el de Arthur Rimbaud. Leído y admirado por todo tipo de gente, canonizado por varios movimientos artíticos, genio tutelar tanto de poetas como de músicos de rock, Rimbaud ha cautivado la imaginación de cuantos se han acercado a él. Hoy quiero comentarte una parte de su obra que tal vez haya caído en un relativo olvido, las Poesías, orillada por esas dos arrasadoras colecciones de poemas llamadas Una temporada en el infierno y las Iluminaciones.


En las Poesías encontramos al primerísimo Rimbaud, al precoz compositor de poemas escolares en latín, ganador de todos los premios. El niño superdotado da paso a un adolescente de furiosa inteligencia, presto a rebelarse contra su familia, contra la Iglesia y contra el Estado. En muchos de estos poemas encontramos la atractiva imagen del Rimbaud vagabundo y rebelde, trotacalles y bebedor, quien sólo se aparta del camino para beber y observar a las mujeres en las posadas. Los exabruptos contra la Iglesia y la burguesía son moneda corriente. El absoluto desprecio por su ciudad natal y su clase social son recurrentes en su obra. También los gestos de reivindicación social, tal vez influido por Victor Hugo.

Lo que predomina en todos los poemas es un lenguaje plástico y enormemente consciente del cuerpo y sus corrupciones, como un preludio del "desarreglo de los sentidos" que formulará posteriormente. Y es que ya en algunos de estos poemas, especialmente en el famosísimo El barco ebrio, asoma el Rimbaud genuinamente visionario, el que lleva al papel las fabulosas transfiguraciones que suceden delante de sus ojos, el que ve con los ojos abiertos costas lejanas y tierras de colores violentos.


Como decía, son completamente arrebatadoras tanto la imagen como la palabra de Rimbaud. Estas Poesías son una buena manera de abordarlo (aunque lo mejor es meterse en Una temporada en el infierno, a mi juicio). Te recomiendo un par de ediciones: la de Espasa-Calpe, en su legendaria Colección Austral, muy bien traducida y sugestivamente prologada por Antonio Martínez Sarrión, es una edición limpia y severa, que presenta el texto casi desnudo (a excepción de unas pocas notas). La edición de Javier del Prado en Cátedra ofrece el texto bilingüe, un extenso prólogo con biografía y un análisis estilístico, y multitud de notas explicativas. Ambas opciones son excelentes.


Un abrazo,

Á.

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