La máscara que Paul Valéry se había fabricado con inteligencia y tenacidad a lo largo de toda su vida cayó cuando contaba 67 años por el encuentro con una mujer mucho más joven que él, Jeanne Loviton. El autor canonizado en vida, gloria de las letras francesas, autor de versos intensamente cerebrales escritos hacía 40 años, el hombre que buscaba la claridad diamantina del pensamiento apartado de las emociones vivió durante siete años un apasionado romance con una mujer 30 y pico años más joven que él.
Ese inesperado amor le llevó a escribir un millar de cartas y un centenar y medio de poemas que contrastan fuertemente con su producción anterior. Estos poemas, reunidos en Corona & Coronilla. Poemas a Jean Voilier (éste era el seudónimo literario de la Loviton) muestran a un hombre apasionado y cálido, lejos de la imagen fría y distante que Valery proyectaba. Es evidente, además, que el arte de hacer versos no lo había abandonado pese a llevar media vida sin componer uno: la variedad de metros y estrofas de esta compilación es muy amplia, mostrando la frecuentación del autor de la tradición poética francesa.
El abandono de Valéry por su amante le costó la muerte pocos meses después (parece ser que la Loviton tenía un largo historial de amantes literatos). Esta colección de poemas ha permanecido inédita hasta hace muy poco y es un gozo leerla en la traducción de Jesús Munárriz. Aquí puedes encontrar una pequeña selección de los poemas de este libro. Yo te copio otro a continuación.
El abandono de Valéry por su amante le costó la muerte pocos meses después (parece ser que la Loviton tenía un largo historial de amantes literatos). Esta colección de poemas ha permanecido inédita hasta hace muy poco y es un gozo leerla en la traducción de Jesús Munárriz. Aquí puedes encontrar una pequeña selección de los poemas de este libro. Yo te copio otro a continuación.
Paul Valéry. Corona & Coronilla. Poemas a Jean Voilier
Versión española de Jesús Munárriz
416 páginas
Hiperión
Sí, corazón, todo me habla
de esta tarde tan hermosa,
de su gozo y alegría.
Si el cielo fue tormentoso,
tú y yo estuvimos jugando
a juegos de amor y presa.
El trueno y el cañón dan
a los todopoderosos fama
pero Amor tierno y modesto
se sabe harto más divino
que ese vil y que ese vano
jaleo de todo el resto.
Prefiero lo que tú sabes
a esos funestos excesos
de un inaudito furor.
Yo desprecio su poder
porque el mío me hace ver
abierta tu flor de sombra.
27 de septiembre, 1943
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