Querido S.:
Los testimonios directos de escritores (correspondencia, entrevistas) conforman un género tan multiforme como apasionante. Sin llegar a los extremos de los escritores de los siglos XVIII y XIX, quienes se comunicaban con los demás casi exclusivamente por carta y además trasladaban todos sus pensamientos a un diario, con lo que su obra literaria y ensayística es a menudo diez veces menor que sus documentos personales, o ya en el s. XX de un Kafka, la mitad de cuyas obras completas está formada por diarios y correspondencia, sigue habiendo escritores que revelan en dichas fuentes una parte fundamental de sí mismos, tanto de su carácter como de las rutinas de su trabajo (parte muy interesante para los aficionados a escribir). A este género de obras se adscriben las entrevistas que María Luisa Blanco ha reunido en Conversaciones con António Lobo Antunes.
Tal vez sea Lobo Antunes, a mi juicio, el mejor novelista que a día de hoy publica. Hace unos años me leí casi del tirón media docena de novelas suyas y tuve que apartarme de él: la machacona reiteración del estilo, el mundo violentamente melancólico de sus obras me produjeron una saturación que me hizo dejarlo a un lado. Lo mismo me pasó con Roberto Bolaño: tras devorar con ansia buena parte de su obra, parecía que el estilo y el mundo literario del autor se habían instalado en mí, eran los míos. Por mi buena salud mental me urgía buscar nuevos aires con los que ventilar el enrarecido ambiente en el que me había metido. Todo ello se debía, por supuesto, a una fascinada identificación con el prodigioso arte narrativo de ambos autores. Espero que este librito de Conversaciones me permita volver a adentrarme en la afilada prosa del escritor portugués.
Lobo Antunes procede de una familia de la aristocracia lisboeta, el mayor de seis hermanos. Aunque sus padres procuraron darle una educación excelente al alcance de muy pocos, las caricias no abundaban en su casa. Fue un niño muy inteligente que enseguida se interesó en la escritura. En su casa no querían ni oír hablar de la vocación de escritor por las escasas perspectivas de futuro, así que le matricularon en Medicina. Se sacó la carrera con desgana, más interesado en la literatura. Fue enviado a la guerra de Angola como médico, pero antes se casó con la que considera la gran pasión de su vida, Maria José, Zé, y tuvieron una hija. El escritor comenta que quería dejar descendencia porque pensaba que no iba a volver. En la guerra se sucedieron toda clase de bestialidades, muerte y sufrimiento por doquier, pero también vio valor y camaradería, y encontró un auténtico amigo: el capitán Ernesto Melo Antunes, futuro ideólogo de la Revolución de los Claveles. Tras el regreso de África, Lobo Antunes comienza una existencia desorientada y autodestructiva: se separa de su mujer, pese a segur amándola, y se convierte en un jugador y un mujeriego. Más tarde, se centra en su vocación literaria, a la que dedica una disciplina monacal, y comienza su exitosa carrera literaria.
Lobo Antunes procede de una familia de la aristocracia lisboeta, el mayor de seis hermanos. Aunque sus padres procuraron darle una educación excelente al alcance de muy pocos, las caricias no abundaban en su casa. Fue un niño muy inteligente que enseguida se interesó en la escritura. En su casa no querían ni oír hablar de la vocación de escritor por las escasas perspectivas de futuro, así que le matricularon en Medicina. Se sacó la carrera con desgana, más interesado en la literatura. Fue enviado a la guerra de Angola como médico, pero antes se casó con la que considera la gran pasión de su vida, Maria José, Zé, y tuvieron una hija. El escritor comenta que quería dejar descendencia porque pensaba que no iba a volver. En la guerra se sucedieron toda clase de bestialidades, muerte y sufrimiento por doquier, pero también vio valor y camaradería, y encontró un auténtico amigo: el capitán Ernesto Melo Antunes, futuro ideólogo de la Revolución de los Claveles. Tras el regreso de África, Lobo Antunes comienza una existencia desorientada y autodestructiva: se separa de su mujer, pese a segur amándola, y se convierte en un jugador y un mujeriego. Más tarde, se centra en su vocación literaria, a la que dedica una disciplina monacal, y comienza su exitosa carrera literaria.
Los recuerdos personales se mezclan con las opiniones literarias en entas entrevistas. Dos temas lo centran todo: el recuerdo de la guerra y la tarea literaria. A pesar de ser reacio a hablar de ella, la guerra de Angola fue tal vez el hecho determinante en la vida de Lobo Antunes: la furiosa mezcla de crueldad y coraje, de amistad y pérdida, fue determinante en la constitución del carácter del escritor. En cuanto a la escritura, es sin duda lo que marca la pauta de su vida, lo que rige toda su jornada. Es impresionante la entrega con la aborda su vocación, y un severo ejemplo para todo aquel que se lanze a la escritura: es una ocupación absorvente y exclusiva, enemiga de las reuniones sociales. Si se quiere alcanzar la excelencia, hay que autoimponerse un horario continuado e inflexible. Y la único gusto a batir es el propio, jamás hay que pensar en el público. Estas Conversaciones están llenas de buenos consejos al aspirante a escritor que pueden resumirse en uno: disciplina.
En fin, este libro es una puerta a uno de los escritores más brillantes que siguen en activo. Lucidez, ternura y humor, todo ello abunda en la palabra de António Lobo Antunes. No te lo pierdas.
En fin, este libro es una puerta a uno de los escritores más brillantes que siguen en activo. Lucidez, ternura y humor, todo ello abunda en la palabra de António Lobo Antunes. No te lo pierdas.
Un abrazo,
Á.
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